el 25 caminé por Santiago. caminé casi todo Santiago en busca de unos papeles que necesitaba para mis becas.
fue una mañana larga, empezó con ir al colegio de mi hermano, el que también es mi ex colegio. caminé por Liucura hacia el San Mateo que albergó mis primeros años de media. vi las faldas grises y sentí un revoloteo desgraciado dentro mío, el frío de las 7 de la mañana, aunque fueran las 8, aunque fueran todos caminando, muchos críos con el uniforme ahí estaba yo, yendo sola al San Mateo, a las 7, una hora y media antes de la hora a la que abrían regularmente el Instituto en esos años. en los pasos que dirigía hacia el colegio con mi hermano a mi lado me absorbió un silencio de nostalgias insospechadas, volví a estar en el escenario del colegio, sola y en silencio, en ese silencio solitario que disfrutaba tanto. volví a estar ahí sentada mirando cuando los profes iban poco a poco yegando y me saludaban o miraban extrañados una y otra vez. volví a ver a aquellos que me copiaban en la conducta no sé por qué motivo, mi competencia a la que miraba con desprecio, porque yo siempre llegaba antes y saludaba a los porteros y a todos, todos sabían mi nombre, todos sabían que era la pendeja perturbada que siempre llegaba antes por un motivo casi inexistente.
luego el metro lleno y mi intento de paz al llegar al terminal para intentar alcanzar un asiento. no funcionó.