me ha asediado desde un tiempo hasta ahora, una visión del patio del colegio de mi infancia. lo sueño a cada rato, alguna parte de él.
un baño que parecía celda, oscuro, horrible, con rejas en todos lados, con rayones escalofriantes. aún así, rara vez sentía miedo de ir ahí. quizás sea porque solía ir acompañada. y el hedor, un hedor que puedo recordar con sólo quererlo.
había un árbol de granadas, con una forma extraña. la cosa es que me subía en él y esos eran mis recreos. recuerdo que había una seudocompetencia por lograr esas ubicaciones y me enojaba mucho cuando no podía subirme al árbol. entonces me subía a otro.
una compañera que, de ser mi amiga ahora, ya le hubiese pegado. tenía frenillos, una de las últimas cosas que supe de ella fue cuando veía en sus frenillos los mocos que le quedaban atrapados ahí.
mi primer membrillo. mi primer simce. mi primer miedo en el pecho y en la espalda.
no paro de soñar con instancias felices, pero llenas de rejas, llenas de humedad en sus paisajes. quizás no tenga nada que ver con esos recuerdos, pero hay algo ahí, escondido. y me gusta que sea así.