lunes, 12 de octubre de 2015

elucubración nefelibata.


no tenía a quién recurrir esta vez, otra vez
todo había resultado de la peor forma posible y yo
esta vez, otra vez, no tenía a nadie a quién recurrir
en mi mente daban vueltas frenéticas, incansables 
todos los errores
que había cometido 
y todas las veces en que pensé
en que no lo haría, todas las veces en que me convencí
que tendría más cuidado y que no volvería 
a traicionarme así.

pero en ese momento -enredada a las sinapsis de mi inconsciente-
estaba sola, todo había resultado de la peor forma posible
y necesitaba un abrazo, sentir que alguien estaba ahí
que a alguien le importaba mi soledad y que, por lo tanto
no estaba tan sola
tenía esa necesidad urgente quemándome las ansias
quería importar, con cada célula de mi cuerpo
empecé a pensar que si nadie estaba ahí para verme 
(dentro de sí, fuera, donde sea)
entonces no estaba existiendo, no había ninguna persona 
que pudiese confirmar que yo estaba ahí.

la ansiedad crecía, apoderándose de toda mi voluntad
cada-vez-más lo que quería se transformaba en pura impotencia
el querer hacer algo que nunca podría pasar
paralizada, con mi cara cubierta
no quería que nadie viera el desastre en ella
pero sabía que nadie lo iba a ver
sabía demasiado bien que
la posibilidad de recibir lo que quería era nula, 
todo, absoluta-mente-todo
había resultado de la peor manera posible 
y me había traicionado otra infinita vez.

y entonces sucedía
con mi cara entre mis manos, tragaba saliva una vez
dos veces, tres veces, convulsiones ridículas, comenzaba a hipar
en un momento que no se acababa, mi cuerpo se contraía a breves intervalos
breves-intervalos-con-convulsiones, estaba sucediendo
y mis manos, poco a poco, comenzaban a humedecerse
sentía calor en ellas, mi cara se ablandaba lentamente 
mi boca se entibiaba
y entonces se trataba de una masa húmeda lo que tocaba
con una mueca de desesperación inconfundible
estaba llorando como no he llorado en meses
estaba llorando mi impotencia inexorable
al fin.

en ese momento, estando sola, sabiéndome sola, entendiéndolo así
pude proyectar cada momento de los que venían
totalmente sola y sentí cómo las más horribles sensaciones 
se apoderaban de cada instancia de razón restante
lloré y grité, maldije a todos los tiempos
diez minutos allá, un par en esta pieza 
mi hermano entró y el llanto se detuvo bruscamente
"estabas gritando", me dijo, "¿qué soñaste?"
"no me acuerdo", le mentí. 
(en el sueño él era uno de los que se iban y aún me dolía)
(explicárselo iba a ser muy complicado)
me hizo cariño un rato, porque a veces no necesito explicarle todo
mientras yo aún no despertaba completamente.
"¿qué grité?", le pregunté. "no se te entendía", me mintió él esta vez
ambos sabemos que eso era lo mejor que podía hacer, 
lo rodeé con mis brazos, sintiendo una de esas gratitudes extrañas
que dicen "gracias por ignorarme", "de todas formas no sé qué hacer",
"no nos hagamos cargo".

volví a sentir el mareo de las sensaciones que se apoderan
me habían seguido en el camino de vuelta, pero
volví a darme cuenta de que aún no puedo.
"no te vayas nunca, porfavor", le dije
hice presión en mis párpados, apreté mis puños en su espalda
y me conformé con esa única lágrima posible.