miércoles, 27 de mayo de 2009

voy a vomitar.

En mis entrañas se alojaba un malestar nauseabundo, tenía mucho frío y le pedía me acurrucara y me cuidara.
Acostumbro enfermarme, acostumbro a una cierta hora de la noche descomponerme en fiebre y náuseas, esa vez él estaba ahí, cuidándome y en mi rostro se dibujaba una sonrisa entre tanta sensación desagradable en mi garganta, viendo nudos y colores oscuros dentro mío. Más allá de la guerra que se daba en mi organismo, fuera, donde iban mis ojos, estaba él mostrándose preocupado, acariciando mis mejillas y mi cuello, pasando por mi frente y frunciendo el ceño, arropándome, preguntándome en susurros en qué podía ayudarme. Le decía que pasaría en un rato, que con él ahí, cuidándome, mis entrañas se reordenarían.
Me miraba con un brillo en sus ojos que la lámpara acentuaba. De pronto mi garganta se apretó, mi estómago se convulsionó. Lo miré con angustia, pedí en voz baja que me distrajera.- Vas a estar mejor, amor, va a pasar. Siempre pasa, sólo aguanta -me dijo y nos quedamos en silencio mirandonos.
- Voy a vomitar.