domingo, 1 de julio de 2007

sístole y diástole / la carrera cursi

Me gustaría saber en qué momento volví a caer en este relevo estúpido de corazones. Quizás esto tenga una buena explicación en que únicamente mi corazón estuvo conmigo en un principio mientras corría asustada de lo que fuera y del puro susto supongo, lo entregué a otra persona para que siguiera corriendo con él y ahí me quedé esperando para que volviera con mi corazón como testigo para seguir con la carrera...pero nunca llegó. Quizás se confundió y terminó pasándoselo a otra persona y desde entonces vago por la pista buscando entre todas esas personas que corren mi corazón manoseado y cansado. Me gustaría saber en qué momento perdí de vista a este órgano tan preciado para las personas cursis, y cómo yo sin tenerlo sigo siendo igual de cursi. Para mí sería bien fácil agarrar mis ganas y plantarme fuera de la pista, caminar bien lejos de ella riéndome sinceramente de la gente que se agita, se desespera y llora dentro de este juego sangrientamente sádico, pero no, sigo aquí. De alguna manera puedo sentir que mi corazón sigue por ahí, de alguna manera me avisa cada vez que lo exprimen, cada vez que se cae, cada vez que lo maltratan...porque me duele esta ausencia en mi pecho y las lágrimas se me escapan. Me desespero de puro ignorar dónde estará y de quién serán esas manos que maltratan tanto mi sístole y mi diástole, me inquieta saber por qué es así con algo tan indefenso. Creo que es mucho más desesperante no saber dónde estará mi corazón, es mucho más triste saber que mi latir está lejos de mí y que falta mucho como para encontrarlo que correr detrás de alguien determinado pidiéndole a gritos una parte de mí. Yo ahora simplemente camino a lo largo de este lugar de varios kilómetros mirando por el suelo si por ahí andará un corazón magullado en la tierra agonizando para recogerlo, hablarle un poco de lo que lo extrañé, limpiarlo y volver a ponerlo en mi pecho. Seguramente lo volveré a abandonar entre unas manos desconocidas quizás con la misma suerte anterior y sé que volveré a vagar buscándolo. Pero mi corazón sabe eso, todos los corazones saben que somos así y qué se le va a hacer. Una vez me dijeron que no hay peor ciego que el que no quiere ver y quizás sea cierto que mi corazón ha pasado muchas veces cerca de mí y no me he dignado a levantar la vista de pura vergüenza a asimilar su desgraciado estado. Quizás sea eso pero ahora da lo mismo, siempre la vida da oportunidades de ver la realidad tal cual es o tal como ella quiere que la vea y aún no me ha tocado el turno de ver al menos esa verdad. Eso espero.