jueves, 31 de diciembre de 2009

dos mil diez.

sí, sí. hacía falta un desahogo importante y, por supuesto, no lo haré acá.

bueh, se va el 2009 y me alegro. lo más posible es que los problemas que me atormentaron a lo largo de ese año no respeten algo ceremonial como el ponderadísimo año nuevo y me persigan como siempre y, en el fondo, me da lo mismo.

es que esta cosa de tener una vida bastante enredada y complicada en todo aspecto ya no me molesta ni me deprime. quizás en una de esas "crecí" y "aprendí de lo malo" y dejé de patalear por lo penca que ha sido diosito conmigo. el punto es que me alegra que mi vida sea así porque es un constante desafío a todo eso que me quiere ver mal. y no sé si sea la vida, sabih? exactamente no sé qué será eso que me enferma, pero puedo contra él (o ella). ya llevo 20 años en este mundito y sé que no soy un 7 como persona, pero podría apostar mi vida a que mis intenciones, al menos mis intenciones, no son tan horribles como lo soy yo.

pero me da igual, todo esta noche me da igual. quiero darle una patada en el traste al 2009 y abrazar al 2010 porque centraré mis ganas de ser "algo bueno" al menos por este año. estoy yo, el 2010 y mis ganas de ser mejor con todos los que amo y quiero. estoy yo y mis ganas de dejar atrás mis úlceras nerviosas y mi agorafobia.

y no es tan dificil, sabih? no es TAN difícil.

jueves, 29 de octubre de 2009

"Será como desenchufar algo."

20 años bastan para dejar de creer en huevadas.

jueves, 18 de junio de 2009

pedazos, para variar.

La certidumbre de que te mueres y de que te mueres por nada, por estupideces, y de que tu vida, la vida que estás a punto de perder, es también una sucesión de estupideces, es nada. Y hasta la certidumbre carece de dignidad.
Pag. 178
Las mujeres son putas asesinas, Max, son monos ateridos de frío que contemplan el horizonte desde un árbol enfermo, son princesas que te buscan en la oscuridad, llorando, indagando las palabras que nunca podrán decir. En el equívoco vivimos y planeamos nuestros ciclos de vida.
Pag. 123

miércoles, 27 de mayo de 2009

voy a vomitar.

En mis entrañas se alojaba un malestar nauseabundo, tenía mucho frío y le pedía me acurrucara y me cuidara.
Acostumbro enfermarme, acostumbro a una cierta hora de la noche descomponerme en fiebre y náuseas, esa vez él estaba ahí, cuidándome y en mi rostro se dibujaba una sonrisa entre tanta sensación desagradable en mi garganta, viendo nudos y colores oscuros dentro mío. Más allá de la guerra que se daba en mi organismo, fuera, donde iban mis ojos, estaba él mostrándose preocupado, acariciando mis mejillas y mi cuello, pasando por mi frente y frunciendo el ceño, arropándome, preguntándome en susurros en qué podía ayudarme. Le decía que pasaría en un rato, que con él ahí, cuidándome, mis entrañas se reordenarían.
Me miraba con un brillo en sus ojos que la lámpara acentuaba. De pronto mi garganta se apretó, mi estómago se convulsionó. Lo miré con angustia, pedí en voz baja que me distrajera.- Vas a estar mejor, amor, va a pasar. Siempre pasa, sólo aguanta -me dijo y nos quedamos en silencio mirandonos.
- Voy a vomitar.

lunes, 4 de mayo de 2009

apuntes para un día nublado.

~ Aquel que quiere permanentemente “llegar más alto” tiene que contar con que algún día le invadirá el vértigo.¿Qué es el vértigo? ¿El miedo a la caída? ¿Pero por qué también nos da vértigo en un mirador provisto de una valla segura? El vértigo es algo diferente del miedo a la caída. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados.

~ Es esta historia que yo también quería contarte a ti cuando apenas te conocí, aunque ya no puedas acordarte, porque al enterarte por azar del comienzo de este libro, irrumpiste tan oportuna, tan violenta y tan eficazmente en mi vida, sin duda para recordarme que lo quería “batiendo como una puerta” y que por esa puerta nunca pasaría nadie sino tú. (…) Tú que tanto me haces lamentar haber escrito esa frase absurda e irretractable sobre el amor, el único amor “tal y como es: resistente a todas las pruebas”.

~ El tiempo es travieso, porque es preciso que cada cosa llegue a su hora.

~ Son tus pensamientos y los míos. Mira desde donde brotan, hasta donde se elevan y cómo es hermoso aún cuando se caen. Además, en seguida se funden, vuelven a ser aspirados con la misma fuerza, de nuevo el impulso quebrado hacia arriba, la caída… y así indefinidamente.

~ Gracias André, por todo lo que he recibido (…) No quiero Hacerte perder el tiempo que necesitas para cosas superiores. ―Todo lo que harás, estará bien hecho. ―Que nada te detenga. ―Ya hay demasiada gente que se encarga de apagar el fuego. ―Cada día el pensamiento se renueva. ―Es sabio no prolongar lo imposible (…) Nadja.

~ Nadja llamó por teléfono en mi ausencia. A la persona que le contesto y le preguntó cómo se la podía localizar, ella respondió: “No se me localiza”.

domingo, 12 de abril de 2009

cuando empecé a ser yo.

Cuando llegué a encontrarte ese día
provocando tú que mis ojos sólo para ti se abrieran.
Mirándote cansados, como si visto mucho ya hubieran
se cerraron de nuevo junto a ti, adormecidos de alegria.

Y al vislumbrar y creer que perdería
nuevamente mi razón, noté que mis pies se negaban.
Trataban de correr, alejarse, y mis ilusiones se escurrían
en el lienzo donde perversamente yo era sólo mía.

Pero, implacable, lograste que nuestras vidas juntemos.
Y por eso es que te amo, amo lo que de mí hiciste,
lo que de ti he hecho, lo que hemos sido, lo que seremos.

Amo la sonrisa eterna de niños que tenemos
cuando nos miramos y recordamos ese dia que me viste
y yo te vi y cruzamos el mundo para no sólo ser y que seamos.

lunes, 6 de abril de 2009

desvario a las 03:15

Y haciendo el solemne gesto, la sabia Guu replicó al sorprendido Hale:
- Cool y enrollado...cool y enrollado.

~~

Hoy me tropiezo con mi propio corazón, hoy no tengo idea de lo que estoy haciendo. Hoy me huyo, hoy me escondo de lo que he hecho siempre, me niego de mi existir. Hoy soy un sueño que emergió de la mente de alguien que, para ser más consecuente a su naturaleza de persona, se volvió una pesadilla amable.

Oye tú, niño cuyo nombre aparece en todos lados donde yo voy; te amo con todo lo que se me ocurre que soy.

viernes, 13 de marzo de 2009

microscópica en la vida boni.

Resulta que pasa esto, que yo tenía una amiga con la que jugaba en el patio de la vida a hacer historias verosímiles con mi vida. Resulta que me enamoré de mi amiga un día, secretamente, pero no le dije nada porque ella lo adivinaba en todas esas veces en que yo corría de mi vida que me dejaba siempre vacía de sentido hacia donde ella estaba para que me llenara de su belleza inconmensurable de las palabras que me definian y acurrucaban y que no se acababan nunca.
Era tan bella, tan cálida, y, a pesar de tener características amables, se parecía a mí en esos aspectos en los que uno busca concordancias.
La abrazaba, le contaba mi vida y ella la suya y siempre era fascinante saber de ella en las voces de otros caballeros y señoras y saber que ella hablaba de mí en las voces de esas personas y regocijarme con esa idea.
Pero hace poco su cara fue volviéndose distinta, ya no era mi reflejo esperado, ni lo que yo quisiera, ya no me consentía. Se vistió de un rojo oscuro y se puso de pie, dejando atrás su vestimenta blanca de amabilidad conmigo. Se alejó y me miró con ojos adultos, adiviné dentro de su mente mucho más de lo que alguna vez creí que habría. Entonces tomó entre sus manos mi rostro, y sus palabras susurraron que yo no sabía qué estaba haciendo. Me dijo si en realidad quería conocerla "de ese modo", robando a cada segundo en el que sus ojos me miraban un poco más de mi alma.
Y lloré de rabia y de pena, mirándola pensativa ante mi impotencia. Maduró junto con mi amor por ella. Y al darme cuenta de que mi amor había crecido, supe que ella ya no era la pequeña que amé.
Frente a mí tenía a una literatura adulta mirándome fijamente, desafíandome a olvidarla.

miércoles, 18 de febrero de 2009

tragedia opcional.

Los pasos agitados, el corazón latiendo desaforadamente, corriendo del miedo, con miedo dentro. No volverá a pasar, se dice una y otra vez mientras sus ojos tratan de sellarse a las lágrimas que brotan sin parar. Sus ojos se cierran sin tomar en cuenta que corre por un lugar desconocido, no importa tropezar, está claro que nadie corre detrás, no está corriendo por eso. La noche esconde su huída, esconde su rabia, su dolor.

Ya basta de mí, de ser yo quien arruine todo. No volveré a contar la historia de la vez en que mi vida se pudrió junto a otra, jurando que eso era lo que todos llamaban amor, ¡ya basta! Su monólogo entrecortado por jadeos va dejándose caer por el camino, ornamentando de palabras grises y crispadas las casas que presencian en el momento fugaz de su pasar. La vista está cada vez más borrosa, su cuerpo entero palpita, siente que su corazón ha crecido dentro de su cuerpo, siente que no es un palpitar, son patadas, son golpes. Su corazón está golpeando desde dentro.

Se sienta en un rincón. Estoy tiritando, me duele el pecho. Acá dentro ya no hay cordura, ya no hay razones, ya no hay un sentido, todo me está abandonando. En sus ojos cerrados no hay más que una imagen, la última imagen donde aquella persona quedó detrás de sus pasos. No, de nuevo no. No puedo seguir corriendo de esto, seguir hiriéndome, seguir siendo un montón de espinas con sentimientos dañados dentro. La pérdida vuelve a sus brazos, vestida de violeta. La reconoce de inmediato, le sonríe cansadamente. Lentamente, se acerca y muestra su rostro pálido poco antes de entrar en su pecho causándole una punzada fría y certera. Entonces, levantándose en seco, sus ojos se abren bruscamente. Y si también huyó, y si mi intento es en vano. No me importa.

Sus pasos buscan el camino que a tientas usó para huir de esa ausencia. Llega a la avenida donde ellos dejaron de ser lo que eran. Entre los árboles se dibuja una silueta lejana, su corazón da un vuelco y late, late cada vez más fuerte. Corre sin darse cuenta de que está corriendo, sin cansarse, sin sentir dolor en su cuerpo, el cansancio de su corazón. La silueta sigue alejándose, desapareciendo. Grita su nombre. Una vez, dos veces. Una tercera vez que es un aullido desgarrador que convoca a esa silueta, haciendo que aquella silueta remota se detenga. Sus piernas no han dejado de correr y de pronto ya está cerca, ya está sintiendo el calor de su pecho. “Ya pasó”, le dice tiernamente, y eso provoca una sonrisa de tranquilidad en sus labios trémulos. Su respiración agitada relata una vida corriendo de temores, y un momento de desesperación terrible anterior, cierra los ojos para enjugarse las lágrimas. “Mírame”, le dice y sus ojos se abren. Pero no logra ver nada, sin aliento aún, sollozando trata de explicarle. Le pregunta qué ocurre, la exasperación es horrible y su voz no logra articular una sola palabra. Se aferra a su pecho, tiritando más que nunca de miedo, escucha sus palabras cada vez más exaltadas, le gustaría poder explicarle, si tan sólo supiera qué está pasando.

No ve, no puede ver nada, ni decir nada. De pronto ya no oye, no siente su calor. Ni el suyo propio. Busca un latir dentro, pero es demasiado tarde como para darse cuenta de que su corazón explotó en miles de pedazos que cayeron sobre el piso poco antes de llegar a sus brazos. Tantos pedazos que nadie lo notaría jamás. Ni aquella persona que abraza su cuerpo sin respuesta alguna, que sacude su cuerpo sin cesar. Que dice su nombre en su oído, aquella persona no podrá notar el momento exacto en que el último pliegue de su cerebro desapareció. No entenderá nunca que murió de miedo, un miedo frío en su pecho causado por la pérdida violeta asfixiando su amor, un miedo que ni su presencia tardía pudo calmar.

viernes, 30 de enero de 2009

tómese en cuenta.

Característica y requisito primordial de mi príncipe azul: proveedor de sufrimiento gratis.

lunes, 19 de enero de 2009

dos de tilo.

...me hacía reír sentirme tan vivo y tan despierto al borde del epílogo.
Julio Cortázar, Reunión.



Sus ojos cansados miraron a su alrededor, miró la taza vaporosa e inmaculada delante de sí. Con una tranquilidad fingida, fingiendo incluso que había alguien a quien pudiera fingirle, tomó la cuchara pequeña y un par de hojas que estaban sobre la mesa.

- Ya está, dos de tilo y pasará -dijo, mirando a la taza como si esta fuera a tranquilizarse con la noticia. Luego, dándose cuenta de que la mentira no convencería ni siquiera a un objeto inerte, su mano se movió ágil y nerviosamente, tomando las hojas que quedaban y virtiéndolas en la taza.

- Cuando me vaya -le dijo- necesitaré mucho de ti. Cuando no esté necesitaré que aún cuando esté lejos, tu respiración le dé sentido a la mía. Cuando por fin pueda alejarme de ti.

Ya poco importaba quién de los dos se había ido, quién había abandonado a quién. Al terminar el día, lo que quedaba era que ella estaba sola, en esa casa tan grande donde sólo había tilo y el aire que a veces, mientras la visitaba, movia alguna cosa, o hacía algun ruido para quizás evitar ella se convenciera de que estaba sola en el mundo.

No siempre la soledad es triste. Ni el abandono -pensó levantándose de la silla. Llenó una vez más la taza y se dirigió al jardin en busca de más hojas. Aquel árbol era especial; nació junto a ella. Sus padres lo habían plantado ahí simbólicamente, para que la protegiese y acompañase mientras ella crecía. Eran ya veintidos años de compañía. Ahora había algo desolador en él.

Ella optó por no pensarlo más, no hubieron lágrimas cuando llegó el último día y no supo como ya había pasado un mes desde que se había arropado de lejanía e indiferencia. Sus sueños utópicos de pronto se acurrucaron en algún vericueto de su mente y ella, sin darse cuenta ni preocuparse, cada noche recurría a su único amigo y luego de tomar su té, cerraba sus ojos sin encontrar nada. Qué iba a encontrar si sus sueños estaban sellados, qué iba a soñar si sus ilusiones y su corazón se habían secado por inanición. Ella no lo notaba. Para ella era más sano mentirse a sí misma y a su taza blanca, todo era más fácil creyendo que la culpa la tenía alguna cosa no-poética.


En su reflejo notó las ojeras, sus ojos enrojecidos, su cuerpo escuálido. Acarició su rostro, su cuello. Dejó caer el cabello sobre sus hombros. Se dijo unas frases de consuelo que nadie cree y sonrió tratando de creerlas.
De nada servía un consuelo, era demasiado tarde para acariciar un montón de trizas en el suelo.