Cuando llegué a encontrarte ese día
provocando tú que mis ojos sólo para ti se abrieran.
Mirándote cansados, como si visto mucho ya hubieran
se cerraron de nuevo junto a ti, adormecidos de alegria.
Y al vislumbrar y creer que perdería
nuevamente mi razón, noté que mis pies se negaban.
Trataban de correr, alejarse, y mis ilusiones se escurrían
en el lienzo donde perversamente yo era sólo mía.
Pero, implacable, lograste que nuestras vidas juntemos.
Y por eso es que te amo, amo lo que de mí hiciste,
lo que de ti he hecho, lo que hemos sido, lo que seremos.
Amo la sonrisa eterna de niños que tenemos
cuando nos miramos y recordamos ese dia que me viste
y yo te vi y cruzamos el mundo para no sólo ser y que seamos.