martes, 4 de diciembre de 2007

my december.

Diciembre. He llegado a diciembre y no he podido escribir nada presentable más que unas rayas en las camisas de mis compañeros, llenándome de buenos deseos para dárselos a las 44 personas que formaban mi curso, algunos de ellos no volverán por sus estilos de vida y otros pocos no volverán por otras razones. Y los demás estarán conmigo, se quedarán aquí y si usted esta leyendo esto es porque lo mas posible es que sea de ese grupo. Y en especial uno se quedará. Y en especial quiero que esa persona no se vaya nunca. Y especialmente esa persona es la que me motiva a escribir esta vez. Y espero con todo lo que estoy sintiendo ahora que no tenga que volver sobre mis pasos y algún día lea esto y me diga "otra vez de nada sirvió", no quiero mirar atrás nunca más ni mirar a ninguna parte siquiera, tan solo acurrucarme en su pecho y dormirme tranquila junto a él. Sip, la somA se enamoró.
Y no es vergonzoso ya creer de nuevo en eso que devalué tanto, como tampoco me ha costado defenderlo con dientes y uñas. Eso que se llama amor, ps, se me metió en el alma y se adhirió a todos mis deseos. Y ahora me duermo y despierto pensando sólo en esa persona. E intento dejar el cliché y juntarme con la somA que intenta alejarse de la poesía antigua para ser más entendible y más creíble, quizás. Porque después de un tiempo tiendo a pensar de que las frases hechas de las películas y los libros se devalúan. Pero no está demás y aunque redunde en el cliché y aunque hoy sea algo que todo el mundo dice, lo digo una vez más y con una sonrisa de oreja a oreja: Edgar, te amo mucho. Y me refugio en la simplicidad de esa simple frase cortísima esperando que no se te olvide nunca. Porque esta niña de corazón aporreado te ama. Gracias por la paciencia, gracias por esperarme, gracias por aceptarme y defenderme, gracias por todo lo que me has dado, gracias, por amarme y por hacerme creer de nuevo como pendeja de quince años.

viernes, 26 de octubre de 2007

nada más.

Tenía pinta de raro, pero era un SUBNORMAL. Miraba a la gente que había fuera de la micro y decía cosas de índole fálico, se apretaba los cojones y murmuraba cosas inteligibles. Y yo, claro, sentada al lado de él. Estoy casi agradecida por las instancias que me da la vida para poder putearla. O putear mi suerte, porque SI ES SUERTE, porque la suerte es para PERDEDORES y yo soy una perde-dooora. La cosa es, en síntesis que yo lo miraba descaradamente, porque soy curiosa en esas cosas y la gente que estaba ahí miraba de soslayo, asustada y yo miraba descaradamente porque me parecía GROTESCAMENTE graciosa tanta mierda que me llega y me siento como cuando meto los pies al mar y se me agarran a los talones las algas y es esa sensación tan desagradable, por la cresta que es desagradable. Y por lo bajo escucho un montón de estupideces que he dicho o he buscado decir, ese murmullo que me atormenta.
SI A ESAS PERRAS LES GUSTA PURO CHUPARLO.
Toda la razón, míster orate
Un almuerzo frío, casi congelado, condiciones insalubres. Digno de conmemorar. No tenía ganas de hacer un mayor esfuerzo por recuperarlo, se cayó al suelo, mi perro estuvo ahí, mi gato estuvo ahí y posiblemente estuvo ahí también el culo de mi abuela. Pero qué se le va a hacer, siento todo tan liviano, me da lo mismo si mañana me muero, si, total; están todos muertos. Me lo como hasta la mitad porque también siento ASCO. Y no era asco por la comida, era asco porque YO la estuviera comiendo.
ESTO NO PUEDE SEGUIR ASÍ–me digo-. Es INCONCEBIBLE, me da tanto miedo.
Y tal como si fuera una drogadicta digo las palabras mágicas en busca de dejar ese ente que me descalabra, digo “YA ESTÁ, LO DEJO”, y me imagino a toda esa masa de personas alejándose de mí, toda esa gente que me hace tan bien pero que me quita esa estabilidad de cartón que me crean con una sola palabra, es frágil, mi estabilidad es una puta-mierda-frágil. Y me da más miedo, pero sé que es un miedo momentáneo, que después ya no estará más, en cambio ahora le temo ya al miedo.
En mi casa había leche, me serví un vaso, EL vaso que quedaba en la caja. Tiene un sabor extraño, tampoco está en la condición más sana, pero es lo que mi maltrecho cuerpo se merece, este cuerpo que mi maltrecha mente se merece. Tengo que cortar POR LO SANO, pero PORQUÉ. Yo no tengo puta culpa de los miedos que mi personalidad temerosa e ilusa guarde, la fiesta iba tan bien, se quiebran los vasos a lo lejos y es el éxtasis en la orgía de mi pseudo-calma escuchar el estruendo de todo irse a la mierda. Pero todo tiene un fin y ese es este. Estoy harta de mi vida inverosímil, quiero algo que me ate a la tierra, algo que me diga que en verdad estoy viva pero que esté dentro de mí. Y como es imposible porque no dejaré que nada tan bueno se acerque a mí lo mejor es que todo se acabe y la sangre corra hasta el río. Porque es desagradable tener tanto cariño y siempre guardado ahí, sin que pueda salir porque no quiero, porque tengo miedo. Y tener tanta sangre y siempre en el mismo lugar.

soulstorm.

Seis y media, siempre he tenido una conexión extraña con esa hora. Eran las seis y media y acababa de destriparme, miré el desecho. Tanto hueveo, tanta plata que se gasta en algo para que termine en un vómito indecoroso, es la búsqueda de poder –en mi caso- retribuirle algo al mundo, poder de alguna forma explayarme y dar rienda suelta a lo que llevo dentro aunque no sea la forma más elegante de hacerlo, pero es la más impulsiva y la que sin duda alguna me produce menor arrepentimiento. Vomitando puedo ser yo y nadie más, puedo ser tal cual como quiero dentro de la arcada enorme que me da la vida.

Y es increíble, me parece increíble que me ponga tan reflexiva delante de lo que acabo de expulsar. Es posible que ahí estén mis tripas, me dije, y sería algo bueno. Es posible que el corazón se me haya ido también por la boca, lo que sería mejor aún. Haber invocado a mi pensamiento romántico me produce una nueva arcada en la soledad de mi reflexión deglutiva. Ojalá ahora se me salga el corazón, porque después de esto no voy a poder seguir. Pero no, no se ve nada así, no hay siquiera un músculo que bombee sangre, aunque sangre hay, sí que hay. Y de repente algo se mueve, por la chucha, mi vómito se mueve. Ahí está, moribunda y penosamente impresentable mi alma, sí, mi alma. Devuélvete, mierda. No, ni cagando, no te aguanto. Entonces ándate a la chucha, no voy a ser mejor ni peor sin ti. Mentira. No te voy a rogar, mal que mal, eres parte de lo que vomité. ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?. Sí, estoy hablando con mi alma en una conversación etílicamente seria, chúpate esa. No me refiero a eso. ¿A qué te refieres, oh, alma mía? A todo lo que haz hecho, cruzaste la línea. ¿Qué línea, alma mía, por el amor de Dios?, ¡dónde chucha veih una puta línea! Aquí; en el hecho de que sean las seis de la mañana y estés vomitando tu alma junto a una avalancha de ron barato y sangre. ¿Le ves ribetes melodramáticos y reflexivos a todo esto?, así que tengo alma de sacerdote, me cago en mi alma. La moral. “LA ÉTICA”. La decencia. “LA DIGNIDAD”. ¿Ves?. Sí, lo veo bien clarito, no me sirves ni siquiera para conversar, con permiso y no te voy a extrañar.

Y entré y le dije al Isaías: allá afuera hace un frío que te lo encargo, hace que se le salga el alma a uno y son las seis y media hace rato, quiero dormir. Estabai hablando sola. Era mi alma. Era esquizofrenia. Buenas noches. A ti te hace falta enamorarte. Y a ti te hace falta un polvo, una verga, maricón roga’o. A ver cabra chica. Escúchame, tengo sueño y estoy ebria por TU CULPA, y acabo de vomitar mi alma, lo más seguro que sea por TU CULPA TAMBIÉN, y vengo y me tratai de loca y ¿me hablai de amor?, qué te pasa, el amor que mantiene unido tu culo al miembro del mundo me importa una hue’a, la dura. Mañana llamas a mi papá y le dices que me fugué con los gitanos, que no estoy para nadie, que tengo SIDA y depresión compulsiva por las compras y las ETS. Sí, bienvenido al club, hueón, buenas noches.

- Rutina –pienso antes de entregarme a los brazos de Morfeo, donde me lleva Dionisio-, pura rutina, todos los días, pecados domésticos. La diferencia es que hoy vomité mi alma.

rescatado: era una señora dorada.

Hoy venía en la micro y me senté al lado de una señora que lo único que recuerdo de ella es una pulsera de esas como de los doce poderes (la verdad, no sé cuántos poderes tenían esas pulseras), que tenía el pelo rubio y la cara de un color parecido (como esa gente que en una edad determinada busca volverse dorada).
Me estaba quedando dormida cuando abrí mis ojos como asustada y vi unas manos con unas manchas cutáneas, le miré la cara, lo vi muy elegante, me recordó a mi abuelo que nunca conocí y me dije “tengo que darle el asiento a este caballero”, le dije “siéntese” y me levanté. Después de eso no supe más del caballero hasta que al otro lado se desocupó un asiento y el caballero se sentó ahí y luego me dijo “siéntese”; me devolvió el asiento al lado de la señora dorada. Seguí dormitando camino a mi casa cuando se me ocurrió mirar a la ventana y vi que el caballero se había bajado y que la señora lo miraba y sonreía. Esta señora me miró y me di cuenta que lloraba, me sonrió y me dijo “¿te puedo contar algo?” yo la miré, asentí y ella me dijo “nunca sabrás porqué lo hiciste pero le alegraste la vida a esta vieja patética” y al ver que yo la seguía escuchando me dijo “hace mucho tiempo me enamoré y lo di todo por un hombre, lo amé como si el mundo se fuera a acabar y un día ese hombre desapareció de mi vida y nunca supe porqué, a ese hombre no lo vi en veinte años, en veinte años no supe nada...hasta hoy” y miró a la ventana, sí, precisamente: ella había reconocido a su amor de juventud en ese caballero que yo hice que se sentara a su lado.
Luego, cuando yo le dije que me debía ir me tomó las manos y me dijo más calmada: “si en algo te puede ayudar esto, si en algo te puedo ayudar yo, te diría que jamás le des todo a una persona, menos a un hombre joven que aún no logra entender lo que es querer ni tampoco esperes veinte años para saber que te amó, ocupa esos veinte años en saber que puedes amar mucho más y mejor”.
Nunca volveré a ver a esa señora, ni a ese caballero. Pero lo más seguro es que rehuiré la mirada de la gente llorona, esta clase de historias me pone muy triste, prefiero a los ancianos que me comienzan a hablar de economía, de sus nietos, de sus hijos, a los tipos que me preguntan: “¿te hai fija’o en el tiempo?...raro, ¿no?”...todo eso. Esa señora hizo que me doliera el alma, hizo que en verdad me diera miedo el futuro.

sinceramente.

Soy una cabra chica. Que quiere escribir novelas, pero no le resultan. Así que las vive. Se las inventa cada día. Cada día sufre por una dolencia nueva en su corazón imaginario de heroína inventada e imposible, que tiene una vida utópicamente deseable porque sufre, pero no se debe a nadie. Soy una cabra chica que escribe de noche y actúa de día. Que se alucinó con los personajes que no sentían, con ser robot, con ser inerte y fría, con la perfección entre comillas sentimentalmente hablando y esa perfección está en querer de la boca para afuera, decir sin sentir y olvidar sin remordimiento. Entonces mira a los demás a los ojos frívolamente como si no le importara, bosteza y dice “y ahora qué”, da media vuelta y se va haciendo sonar sus taco-aguja en el silencio de la noche. Pero hace falta un solo pestañeo para que el escote de su vestido le parezca indecente y su paso se vuelva torpe y recuerde que nunca aprendió a andar con tacos y el collar de perlas le quede grande y la haga tropezar y caer y comience a llorar porque no le resulta el papel de insensible y se le mancha la cara con el maquillaje negro que escurre y chorrea en sollozos frustrados. Esa heroína que siempre quiso ser puede que sea posible, pero como una segunda vida, que, como siempre en las sagas marvelianas; es inestable. Siempre está a punto de derribarse a punta de sentimentalismos. Y ese es el brillo de ser heroína, la posibilidad de dejar de serlo. De desaparecer para saber si a alguien le importa.
Siempre estoy por renunciar. Siempre quiero dejar la falsedad de ser y no estar, de estar. De la ausencia en el sin sentido de verme en el espejo como quise estar y que eso me haga mal. Que esté yo siempre detrás del vidrio herméticamente encerrada golpeando impotente y afligida para cuidar lo intocable que mi heroína, tal como yo concebí, viola y ultraja sin piedad. Eso que merece mi cuidado y mi terror es mi ave fénix, que renace de sus ruinas para volar alto; mi amor aporreado por el viento, el tiempo y la tristeza. Mi fuego entorpecido por el agua fría del razonamiento. Pero mi amor es un amor perseverantemente tonto, es un amor que se niega a todo tapándose los ojos que no están donde deberían, pero debe aparentar que tiene la capacidad de ver como para que aún sea válido entre los demás y cause algo más allá de una carcajada o una frase de lastimera compresión misericordiosa, porque se cegó hace algún tiempo, se sacó los ojos para no ver que se estaba quedando solo y ahora no le importa parecer tonto. Y me deja a mí buscando cariño tan desesperadamente que no me importa que me traten como la peor puta con tal de sentirme importante. No me importa disfrazarme y jugar a enamorarme por una media hora, amar por cinco minutos, dar mi vida en dos segundos. Y que en esa levedad me pueda sentir bien cuando vuelva a ser yo, recordando los instantes en que me sentí querida. Pero esta vez revivo esos instantes como la ilusa y cuando el vacío evidente de sentimiento llega, mi imaginación inconcebiblemente indigente se encarga de llenar de ternura inusitada, inasequible para mi persona todo lo que nada de eso tiene. Y no sé cómo salirme de la historieta. Porque mi heroína lo que menos tiene es un héroe con el que pueda tener un final feliz como yo espero mientras estoy aquí dentro de mi utopía romántica. Pero yo la creé así. Independiente. Como yo no puedo ser ni de ella ni de nadie.

viernes, 21 de septiembre de 2007

cincuenta y seis segundos.

Me da con la lesera de seguir sintiendo que algo tengo que hacer por aquí. Por más que me pregunten de qué se trata esto de estar frente a esa puerta cerrada, no logro fundamentar de una buena manera qué me ata a este lugar. Hace algún tiempo alguien me dijo que ahí dentro había algo para mí. Y fue suficiente como para mantenerme aquí. Es como si el tiempo no pasara. La gente envejece, la gente muere y otros nacen y desde aquí todo se hace tan ajeno, he logrado olvidar que soy parte de ellos. Pero cuando miro mi ropa (la misma ropa que llevo desde que me senté aquí hace como unos once años) que se rompe como si fuera papel mojado y siento que mi cuerpo ha sido corrompido por el tiempo me doy vergüenza y pido porfavor que nadie me encuentre así. No soy digna de los vívidos ojos humanos que veo en ustedes, a veces siento que para mí no es digno respirar y la autoflagelación se hace insoportable.

La incertidumbre me tiene aquí. No me ha pasado nada bueno en años, y por eso espero a que lo que sea que allí dentro esté sea algo que me haga bien. Persevero a través de la incertidumbre, a veces leo el horóscopo esperando que las cosas pasen o, en el peor de los casos, que alguien me lleve de aquí porque sola no puedo levantarme. Me siento tan inferior a ustedes, que ostentan sus vidas y sus ganas de vivir, de decir “estoy aquí, OH, DIOS, ESTOY AQUÍ”.

Pero no son lo suficientemente atractivos, sin duda me siento como una inválida mirando una carrera de atletismo, sobretodo en primavera. Me gustaría tener un botón el cual, al apretarlo, tenga la capacidad de reventar los cráneos que yo quiera. Y quizás así sería más justo. La maldita primavera me tiene en procesión una vez más, caminando lastimosamente frente al amor, y este famoso sentimiento se muestra como un César y no duda en echarme a luchar aún en mi humilde estado, sólo quiere mi sangre porque he abusado. Los dioses se dan cuenta de mi hybris y me castigan.

Ya no podré estar tranquila en una plaza nunca más. Si no son los aromos en flor y la alergia, son los tórtolos que se ensalivan afanosamente frente a mí. No puedo evitar mirarlos porque, por la cresta, soy voyerista. Y por más que los mire ya no les molesta. Todo lo contrario. Por eso quiero ese botón. Y hasta me da risa. Me he amargado tanto. Antes les sonreía, ahora no puedo evitar mostrar la mueca de asco en mi boca. Y ya ni me entiendo. Para nada.

Y me doy risa porque guardo una ilusa a flor de piel. Esa ilusa que creyó en el número cincuenta y seis y en un montón de hueás más. Esa ilusa que me mantiene aquí. Pero la puerta no se abre. Ni mis llantos pueriles ni mis gritos adolescentes han logrado siquiera que se entreabra y me dé un poco de luz. Así que me convierto en una perra de las peores aunque sea en sueños. Y sueño que soy la peor puta y así no sufro, ni siento. Lo lamentable es que recuerdo. Me acuerdo de los sueños aún en fragmentos y es molesto. Es molesto porque la que ve esas imágenes al fin y al cabo es la ilusa. Y es un problema mas o menos grave. Mis crisis de pánico volvieron. Y esa puerta no se abre. Mi sicología se va a la mierda. Y esa puerta está cerrada todavía.

jueves, 30 de agosto de 2007

corte de pelo.

Es que me da rabia po’h, si yo le dije a la peluquera’e mierda que ME DEJARA LAS PATILLAS LARGAS y ¿qué hueá hace?, lo primero que hace es cagarme todas las patillas, ahora me siento más pilucha que la cresta. Al menos antes, cuando estaba nerviosa me agarraba las patillas o el choco pero ahora, ¡AHORA!, ahora no tengo escape para mi nerviosismo y lo más terrible es que me pongo nerviosa y tengo como eso del "síndrome del miembro fantasma" (me da risa la hueá de nombre, es que es chistoso lo que me imagino porque bueno, soy una adolescente con GRAN IMAGINACIÓN) Y bue’ me intento agarrar la patilla o el choco y mi mano pasa corbata y es deprimente no sentir nada más que unas pobres pelusas que son lo que ahora conforma mi cabellera. Y es triste y esto hizo que me fuera pa’ dentro y ande pensando todas las hueás, yo cacho que es porque las neuronas tienen frío y tienen que andar chocando como contratás pa’ entrar en calor. Y como tienen mitosis cero, me voy a quedar estúpida en poco tiempo, todo por culpa de un puto-corte-de-pelo. Me da rabia por la chucha, me dicen que el pelo me va a crecer luego...claaaaro pa’ qué más po’h. Como ELLOS no tienen que mamarse la VERGÜENZA de andar con el pelo TAN corto, es re-fácil decirlo. Si mi papá sabe que me cagó el ADN, la mezcla charcha de ambos. Si sabe que de mi mamá saqué el poco pelo y de mi papá saqué el pelo delgado "como de guagua", saben que a la larga voy a terminar sin pelo. Pero no, les gusta verme sufrir. Y clarsh, la peluquera me dice "uh, verda’ q queriai la patilla larga" cuando ya me había dejao la cagá. Y yo no me di cuenta, porque soy volá y quizá en qué estaba pensando. En sexo, quizás, porque siempre me cagan así cuando estoy pensando en sexo. En clases yo estoy de lo más bien, en la plena y dichosa vida sexual y la profe me dice "¿me podría explicar lo que he dicho hasta ahora, Génesis?, porque no sé qué cara pongo, pero debe ser delatora acerca de lo que está pasando en mi imaginación ninfómaniaca y ahí quedo, le digo "Disculpe, profe, es que no caché la hueá". Y ahí supongo que le dará más importancia a "cómo" la traté, oh, que hablo soezmente. Y qué tanto, si cuando se aprieta los dedos en la puerta no creo que diga "oh, rayos, me he apretado el dedo. Oh, que dolor, qué dolor más grande el que siento" Porque lo marginal que llevamos dentro se nos escapa en esos momentos de no-censura en la que nos dejamos llevar por el momento y eso da a entender la gran verdad: todos criamos un roteque dentro, y resulta que ese roteque es el que nos defiende cuando alguien nos insulta (porque no creo que uno responda a un manotazo con un "podríamos hablar civilizadamente, amigo mío") o cuando torpemente nos golpeamos con algo, el típico golpe en el codo, el café caliente (cuando se da vuelta y cae en la entrepierna, cuando lo tomamos y nos quemamos la lengua, etc.) , el martillo en el dedo, el dedo chico que se ve letalmente afectado cuando uno choca con el pie en la pata de la cama y un montón de infortunaciones de la misma índole en las que ese roto nos ayuda a expresar todo lo que llevamos dentro en bruto y esto nos deja la mayor calma posible. He notado y probado que, al reprimir a este señor soez y al hablar más letradamente a la hora de estos sucesos, no se produce el mismo desahogo. Tengo pruebas estadísticas y sicológicas, la gesthalt, el conductismo, el humanismo y el sicoanálisis avalan mi teoría. En fin, la hueá de ahora es MI PELO. Yo cacho que el mayor problema es que cuando vi mi patilla y mi dignidad cruelmente asesinadas por la temible navaja y ella dijo "uh, verda’ q queriai la patilla larga" yo le dije: "nah, si no importa" y me sangró el alma. Si pudiera recomendar algo a quien sea que pase por aquí es que NO SE GUARDE EL PUTEO MISMO. Porque después no hay cómo botarlo. Yo escribo esto pero es un placebo, de bien poco me sirve desquitarme así. Lo que yo debería haberle dicho es lo siguiente "POR LA CHUCHA, SI TE DIJE QUE QUERÍA LA PATILLA LARGA, LA ÚNICA HUEÁ QUE TE DIGO Y NO LA ESCUCHAI" o algo así, algo que incluyera varias veces el mismo improperio para que se sintiera más mal por la monotonía que por el insulto en sí. Pero no, la señora es amiga de mi mamá. Y siempre me caga esa hueá, mi mamá me reprime en todo. Me tiene con ASÍ una vena porque no me deja ir a "la casa de la nao". No me deja por ninguna parte desahogarme. Y algún día voy a explotar. Mi papá me cortó el pelo así de corto porque lo vio en una película y le gustó como se le veía a la loca. Menos mal que la película no era V de Vendetta porque ahora estaría luciendo el corte que le hicieron a la Evey, rapada al cero gracias a las lindas ocurrencias de mi progenitor. E insisto, me van a volver loca, voy a dejar la caga’ en esta casa si me siguen coartando mis salidas, no me he podido sumergir en el placer de un buen puteo y pecar en pos de la ira, pecado capital que menos uso, pero que la situación me obliga a ocupar porque no me deja tampoco sumergirme en el maravilloso mundo de la lujuria, mi pecado predilecto, oh, lujuria, como te ama la Soma y te extraño más que la chucha y me estoy entrando a deprimir por tenerte tan lejos, y me llamas a lo lejos pero yo te digo "puta, es que mi mamá" y se me va todo a la chucha. Pero qué le voy a hacer, estoy obligada a aguantar la castidad impuesta por mi familia y me voy a tener que poner un cinturón de castidad y un bozal asfixiante (obviamente para no hablar...claro está).
Y así, me resigno a esta vida flagelante y pido porfavor volverme loca para que me manden a un manicomio donde pueda dejarme el pelo largo y hacer todo lo que ya dije, amén y-amén.

domingo, 19 de agosto de 2007

romance con un gato muerto.

Me harté, necesito un espacio. Algún espacio donde esté yo y nadie más a unos cuantos metros. Si es posible no ver a nadie más a mi alrededor, para poder reconocerme en ese lugar, reconocerme sola. Llego a mi casa después de la noche del día sábado, una noche sin sorpresas y mucho de lo de siempre. La nostalgia por mi propia nostalgia. Así que llego y busco esa soledad en la que pueda refugiarme. Tomo un bolso, no saludo a nadie, actúo como un robot antisocial. En mi bolso pongo las cosas que son las únicas que necesito para poder vivir: dos libros con trama prometedora, un cuaderno con hojas en blanco, un lápiz (de preferencia con tinta negra), cigarrillos (no por un vicio nicotinoso, para nada. Debo aceptar que es por una razón completamente casi-romántica), un encendedor y mentitas (lo que sea, pero que tenga azúcar). En un instante ya estoy sentada mirando el cielo, con un cigarrillo en la boca. Me pica la garganta increíblemente. Y me pregunto cómo chucha la vida me pesca en momentos tan estúpidos para ponerme romántica. Tengo ganas de apretar el botón de RESET de mi cerebro. De tener algún botón de RESET. No está funcionando.
Voy en la etapa de auto-descalificarme, estoy discutiendo con mi curiosidad, esa que me hace preguntas tales como “¿porqué, entonces, piensas tanto en eso?”. Porque tengo una curiosidad que, según algunos, MATA. Miro alrededor, buscando algo que me desconcentre porque me estoy haciendo mal. Entonces lo veo, ahí, un montón de moscas que zumba estrepitosamente a lo lejos la felicidad del baquete. Debe ser algún pedazo de carne envenenada que tiró algún amargado de mierda, pienso. Me acerco y cada vez el pedazo de carne toma más forma, más forma y más forma. Más forma de gato. De...MI GATO. O lo que FUE mi gato. Me llevo la mano a la boca y me tapo la nariz de paso. El olor es INSOPORTABLE. ¡MOSCAS DE MIERDA!, grito irritada por el olor que calcina mis fosas nasales y mi sensibilidad, MOSCAS DE MIERDA, MOSCAS DE MIERDAAA. Suspiro. Aún quedan algunas, las que espanto con una mano cada cierto tiempo, resignada sobre todas las cosas, me siento a un lado de esa masa inerte.
Lo acaricio. Le acaricio las orejas (o donde deberían estar las orejas), la frente y le hablo, le pido disculpas, le digo que siendo un gato mío tenía que terminar así. Le maúllo, le ronroneo, esperando a que me responda, se levante y frote su cabeza contra mis piernas, y luego me pida que lo abrace estirándose hasta tocar mis rodillas con sus patas delanteras como siempre. Pero no se mueve, no ronronea, no maúlla ni me mira. Está indiferente en su estado. MUERTO. Milagro, mi Milagro (así se LLAMABA), estás tan muerto como yo. Pero tú das menos lástima. ¿Sabes?, es una buena metáfora de la vida esto de que te mueras y que te llames –o te hayas llamado- Milagro. NO HAY MILAGROS PARA MÍ. TODA CLASE DE MILAGRO QUE PUEDA LLEGAR A MÍ NO VA A LLEGAR NUNCA, PORQUE ESTÁ EN ALGÚN TECHO PUDRIÉNDOSE.
Lo tomo en mis brazos y bajo del techo con él. Ya no hay moscas, les supe enseñar eso del respeto a la muerte. Llego donde mi mamá, ella me da la espalda, me pregunta dónde estuve, que si estuve fumando, me pregunta QUÉ MIERDA ES ESE OLOR A MUERTO. Yo le digo, es el Milagro, mamá, el Milagro que tiene olor a MUERTO, porque está MUERTO. OHHH, exclama, OOOOH, EL MILAGRO. ¡OOOOHH!Ellos me tratan de loca por andar con una masa inerte en las manos, pero no entienden que es MI GATO, MI GATO MUERTO. Que, claro, ya no es más gato porque pasó a ser COMIDA DE LARVAS, pero sigue siendo MI comida de larvas. Ellos son los locos, ellos no lo entienden. Yo le hago un ataúd, le busco flores, lo entierro y hasta lloro por él. Pero siguen sin entender y siguen hablando de mí, me miran raro, que me cambie la ropa, que huelo a muerto. HUELO A MILAGRO, les digo. ESTE ES EL MÁS PURO OLOR A MILAGRO. TODO HUELE A MILAGRO Y ES GENIAL, ¿NO?, ES EL MILAGRO EN TODAS PARTES, DEBEN ESTAR FELICES. Pero siguen sin entender. Así que me cambio la ropa. Qué se le va a hacer, mi querido Milagro. Yo te entiendo, yo también estoy muerta. La diferencia es la que ya te dije y que yo hablo. Yo les hablo y ellos creen que también los escucho, pero estoy tan muerta y hace tanto tiempo que ya nadie se da cuenta. Vienen y se van y ya no se dan cuenta.

martes, 7 de agosto de 2007

revenge as elite.

Me molesta cuando en las librerías, bibliotecas y eso (supongo que son los únicos lugares donde puedo adquirir libros) me miran con cara de “mira, pendeja” cuando pido a Bukowski, a Bataille. a Coppens, al Marqués de Sade, etc. “¿Chárleh Bucouhqui?”, “Parecido. Mire, se escribe como usted no lo pronuncia”.
Me miran como buscándome la culpabilidad en alguna parte, como retorciéndome la capacidad de darme con una piedra en el pecho y declararme una oveja descarriada del rebaño de Dios que lee a Shakespeare, Nietzsche, Tolstoi, Kafka, del rebaño que lee a Camus, a Hesse, a Christie, las ovejas-intelectualoides, las ovejas que hablan bonito pero que no dicen nada. O el rebaño que lee a C.C.S, ese rebaño que es el predilecto, donde Jehová es mi pastor, nada me faltará. Las ovejas hippies-virginales, que tratan a la sexualidad como un defecto humano, creen en la cigüeña y en que el cuerpo humano es sagrado y le tienen miedo a los fluidos corporales.
Y como no soy de ninguno de los anteriores rebaños, me empiezan a hacer preguntas, onda “¿tienes idea de QUÉ tratan esos libros?”, como si fuera raro que una pendeja no se asustara ni se pusiera a llorar al ver la palabra “pene” escrita un par de veces.
Por la chucha que me da rabia y me dicen “en +18” o “no, –para ti- no hay”, entonces digo “pucha, qué pena” y pregunto dónde puedo encontrar los libros de Papelucho y digo alguna incoherencia arbitraria para hacer realidad su suposición de que la “juventú de ahora” es una mierda, le hago escenas de drogada, voy al baño y me dejo la falda metida en el calzón, cosa que se me vea toda la mercancía y me paseo delante de él con la colección más tierna de cómics y libros de papiroflexia, agarro un papel lustre y lo trasformo en grulla mientras él piensa si decirme o no que se me ven todos los calzones y qué vergüenza, niña por Dios. Y yo recito algo de Nicanor o algún fragmento de Hamlet –dependiendo de mi humor- y por entremedio de las palabras sigo a una mosca en el vacío.

También choco con las personas y digo algo como “la puta que nos parió” a modo de disculpa. Voy al baño, una plática relajada con la señora auxiliar, el derecho de vivir en paz, huevadas raras de múltiples colores, en el baño una, dos, tres veces y juego a la momia con el papel gratis ELITE y me voy a la cafetería, digo “soy Dios, dame dos brownies y un café con leche, quince de azúcar y mucho cariño. Que quede bien lindo” y después vuelvo a la sala donde está el señor, pero con más gente que me mira, o eso pareciera, y me miran como si fuera el eslabón perdido.

O no sé si era la misma gente de antes, siempre se me olvida ver bien eso.

Busco a Moliere, busco a Dan Brown (y todas esas cosas medio-snob o snob-completas; Santo Grial, la puta de Jesús, textos pasados a naftalina –hay algunos muy respetables así como hay otros que valen pero callampa y esos son los que busco porque mientras más viejo y aburrido sea el tipejo muerto, más snob es la cosa- cosas bucólicas –igual tengo mis excepciones, pero casi todo es mierda antigua -, que son fomes las leseras), busco el libro con más hojas, con la tapa más dura y con la portada más seria, si es posible que tenga el empastado en blanco, bien. Y si tiene la cara de equis tipo con cara de “jódete”, bien también. Entonces voy, y le digo “mire, yo quiero un libro; este libro” y en el desapego con la realidad que pueda causarle el que yo le hable después de tanta situación visceralmente delirante (entre las cosas que suelen pasar en lugares llenos de libros) voy y agarro el libro con el doble empastado, grande, pesado, serio, abrumantemente fome con las dos manos y se lo tiro de vuelo en toda la frente, gritando algo como “chúpate esa, enviado de Jesucristo y la que te parió”, aplaudo un par de veces y me pongo las alas que confeccioné con el papel gratis –que, repito; es ELITE- y me subo en el mesón y grito “señores, esto es una prueba de que Dios existe, el anticristo y el apocalipsis se viene y todos los putos andan leyendo...y después se quejan cuando les tiran cal y fuego” y salgo volando desde la ventana a la noche santiaguina con alas marca ELITE.

jueves, 2 de agosto de 2007

some lazy words

Tengo miedo, a veces, de que en mis cartas no haya tanta nobleza como para sostener su respuesta.
Me he criado como inválido de expresión comunicativa, me he rodeado de una cierta atmósfera secreta, y sufro una verdadera angustia por decir algo, aún solo conmigo mismo, como si ninguna palabra me representara, y sufriendo enormemente por ello. Hallo banales mis frases, desprovistas de mi propio ser.

No saco nada con culpar a nadie por el hecho de no poder decir nada de tanto querer decir tantas cosas, soy una cabra chica completamente impresionada con lo que se le pasa por delante, tantos colores, tantas caras y tanto movimiento en este mundo, no dejo de sorprenderme por lo que veo, siento etc., soy una pendeja con tantas ganas de decir lo que me gusta y lo que no, pero (no sé si será por desgracia) no tengo lengua o si la tengo pero no sé ocuparla como me gustaría, mis gestos se confunden con el movimiento del mundo y pareciera que simplemente me siento a ver que las cosas pasen. Soy una adolescente, nada me quita esa cualidad y, desgraciadamente, (ahora sí que sí) ni hoy ni mañana tendré nada que decir. Todo lo que ha pasado me ha dejado con la boca abierta y, como dijo otro caballero muy distinto a Borges que es muy a mi pesar de quién saqué las palabras en cursiva, dudo que pueda volver a cerrarla. De mí no volverá a salir otra palabra cuerda hasta cuando mi cerebro así lo quiera (y digo “volverá” con la esperanza de que alguna vez haya dicho algo cuerdo). Todo me parece tan raro o tan normal que no saco nada con explicarlo, es
como correr tras mi propia sombra que a veces ya no es ni mía. Por su atención, muchas gracias.

domingo, 1 de julio de 2007

sístole y diástole / la carrera cursi

Me gustaría saber en qué momento volví a caer en este relevo estúpido de corazones. Quizás esto tenga una buena explicación en que únicamente mi corazón estuvo conmigo en un principio mientras corría asustada de lo que fuera y del puro susto supongo, lo entregué a otra persona para que siguiera corriendo con él y ahí me quedé esperando para que volviera con mi corazón como testigo para seguir con la carrera...pero nunca llegó. Quizás se confundió y terminó pasándoselo a otra persona y desde entonces vago por la pista buscando entre todas esas personas que corren mi corazón manoseado y cansado. Me gustaría saber en qué momento perdí de vista a este órgano tan preciado para las personas cursis, y cómo yo sin tenerlo sigo siendo igual de cursi. Para mí sería bien fácil agarrar mis ganas y plantarme fuera de la pista, caminar bien lejos de ella riéndome sinceramente de la gente que se agita, se desespera y llora dentro de este juego sangrientamente sádico, pero no, sigo aquí. De alguna manera puedo sentir que mi corazón sigue por ahí, de alguna manera me avisa cada vez que lo exprimen, cada vez que se cae, cada vez que lo maltratan...porque me duele esta ausencia en mi pecho y las lágrimas se me escapan. Me desespero de puro ignorar dónde estará y de quién serán esas manos que maltratan tanto mi sístole y mi diástole, me inquieta saber por qué es así con algo tan indefenso. Creo que es mucho más desesperante no saber dónde estará mi corazón, es mucho más triste saber que mi latir está lejos de mí y que falta mucho como para encontrarlo que correr detrás de alguien determinado pidiéndole a gritos una parte de mí. Yo ahora simplemente camino a lo largo de este lugar de varios kilómetros mirando por el suelo si por ahí andará un corazón magullado en la tierra agonizando para recogerlo, hablarle un poco de lo que lo extrañé, limpiarlo y volver a ponerlo en mi pecho. Seguramente lo volveré a abandonar entre unas manos desconocidas quizás con la misma suerte anterior y sé que volveré a vagar buscándolo. Pero mi corazón sabe eso, todos los corazones saben que somos así y qué se le va a hacer. Una vez me dijeron que no hay peor ciego que el que no quiere ver y quizás sea cierto que mi corazón ha pasado muchas veces cerca de mí y no me he dignado a levantar la vista de pura vergüenza a asimilar su desgraciado estado. Quizás sea eso pero ahora da lo mismo, siempre la vida da oportunidades de ver la realidad tal cual es o tal como ella quiere que la vea y aún no me ha tocado el turno de ver al menos esa verdad. Eso espero.

viernes, 22 de junio de 2007

paja mental.

Las siete de la mañana con cincuenta y cinco minutos. Na’ ni cagando llego al colegio, ni tampoco tengo ganas de ver toda la cagada que acarreo por todas partes, las metidas de pata en la sosaieti educional, esas que me definen como un puñado de sentimientos, porque nadie quiere entender que yo no estoy ni ahí con eso, que no soy ningún puñado sentimentalístico sino que un manojo de hormonas adolescentes, y lo que he hecho, sinceramente, no me sale del corazón (bue' ya creo que mencioné lo que me pasa con aceptar mi sensibilidad). Todo eso y matemática, que me tiene como la persona más frustrada del mundo, me siento tan estúpida, tan irracional, tan ilógica, ¿acaso es malo que me importe una hue’a andar midiendo triángulitos por la vida?, ¿acaso es malo que la trigonometría y la estadística me la pase por la raja? ¡Qué me importa a mí, por la chucha! De qué me va a servir una ecuación algebraica cuando ande tirada debajo de un puente, muerta de ebria, putando al anticristo, que va a ser mi único hijo.
Pensando esa clase de cosas me puse a caminar, después de un rato eran las tres y media e iba llegando a
Concha y Toro, con la sensación de haberme transportado en el tiempo y pensando que ya no había llegado al colegio al fin y al cabo y que si supiera manejar la sicología me adueñaría del mundo. También pensaba que estaba loca, pensaba que estaba terriblemente loca, loca como una cabra’e monte, loca, loca, loca.
Y, cuando seguí el espacio en donde la calle se dobla (una esquina), lo vi a él, un gato negro pero bien negro, que me miraba con paciencia mientras hacía mis conjeturas de demencia en la calle mojada y solitaria. Entonces me senté al lado de él, improvisándome un asiento con dos pedazos de calle.
Es bien terrible, el otro día leía Descartes como siempre me da por leer cosas de esa onda cuando me pasan otras cosas que afectan a mi censura freudiana y se me dio vuelta el seso. Eso de la vigilia y el sueño me deja terrible enferma y yo no dejo de pensar que esta realidad que es la mía es un invento de otra yo que está en algún siquiátrico botando espuma por la boca, que todo lo que conozco, que todo lo que veo no deja de ser un invento de mi imaginación enferma, etc. Porque a veces lo que vivo es muy increíble, y no digo increíble por el lado de lo maravillosamente lindo, sino que es como demasiado fantasioso de mi parte, entonces me digo que la hueá no puede ser verdad, pero lo es, y entonces es verdad pero en algo que es toda mentira y aún cuando sufro por lo que me pasa sigue siendo bastante factible que sea imaginado igual, porque ni siquiera en una utopía mental podría ser completamente feliz, pensando que dentro de mi enfermedad siquiátrica esté el sadomasoquismo. Entonces es totalmente realizable esto de haberme creado un mundo en el que me paso metiendo una y otra vez en hueás inverosímiles, no sé si te das cuenta.
Pero el gato no me dijo nada.
A ver, empecemos de nuevo: ¿porqué la Soma cree que está loca?, fácil, porque en ninguna realidad de mierda podih estarte metiendo entre proxenetas sin que salgai en el diario al estilo Hans Pozo ni estar hablando con un gato negro y sentir que el gato de verdad te está escuchando y asumir que los movimientos que hace con la cabeza son de asentimiento. En ningún mundo real yo podría existir, porque siendo tan ilusa como soy jamás concordaría con lo insensible que soy también, y de ser así me debería haber suicidado hace rato, haberme hecho una cosa efectomariposiana. Es como alimentarse de aire tener esas dos cualidades a flor de piel sin hacerse cagar las muñecas ni recurrir al harakiri, no sé cómo explicarme bien.
La verdad, por lo que veo, es que estás buscando alguna manera de escudarte otra vez, le escuché.
A ver, espera, dije mirando al piso. ¿Quién chucha me dijo eso? Adivina. Me estai hueveando, le dije y me di cuenta de la estupidez que estaba diciendo al suponer que un gato podría estarme hueveando al hablarme. Y entonces miré al gato negro como si de la nada se hubiese convertido en un oso panda gigante.
Ahora sí que las cagué, me dije, ahora sí que me meto al lopendor vitaliciamente, ya basta de la hueaita.
“¿Mamá?, no, si pasé al centro después del colegio. Estoy aquí en Concha y Toro, hablando con un gato. Ya. Chau”. Era mi mamá, le dije al gato, es re-preocupada. Ah, cuando la veas le mandas mis saludos. Ningún problema, pos mejo, si a ella le encanta que los gatos parlantes le manden saludos. Al final suspiré resignada y me acomodé en el piso junto al gato y conversamos de la vida por un buen rato y al final me sentí satisfecha de lograr una conversación coherente, porque si lo más real se encuentra en la mentira absoluta no tiene nada de raro que me haya encontrado la conversación más seria con un gato parlante. Se hacía tarde y entonces me despedí educadamente, onda: “bue’, señor gato, me tengo que ir a mis clases de cueca, chaolín” y me pidió que para la otra le llevara un libro de Descartes y se fue en un pis-pas.
Y después caminé y me di cuenta de que tenía el traste mojado y que era bien raro que existiera un mundo en el que uno se mojaba el traste cuando se sentaba en el piso mojado. “La hue’a loca”, pensé haciendo parar la micro sin mirarle el número porque da mala suerte y pensando si existirá la posibilidad también de encontrar un mundo paralelo en el que hablar con los gatos sea algo anormal.

martes, 12 de junio de 2007

mundo culiao

Una vez más tengo esa sensación de cuando tenía más poca edad de la actual y le tironeaba los pantalones a mi papá desde la baja perspectiva que me ofrecía mi escasa estatura, esa sensación que me daba zamarrearle los pantalones para que me mirara y me tomara en cuenta mientras le tiraba insultos a mil por hora sin que él tuviera la más mínima intención de pescarme. La razón de este regreso a las sensaciones re-pueriles es por una cuestión bien tonta que me nace siempre cuando algo me entristece de esta realidad, algo que me llena de impotencia y me dan ganas de putear y putear a algo tan abstracto, tan concreto, tan nada y tan todo. Esta hue’a que me deja los nervios pa’l pico cada vez que me pongo a pensar a nivel kármico. Lo más penca es que al no poder putear a todos termino puteando a lo mismo que no me gustaría putear para nada y a quien tengo el punto a favor, pero a falta de huevadas simbólicas para el pópulo y esta gente de mierda, me desquitaré contra un factor común, pero al factor humano, putearé al mundo, a todos sus parásitos entre los que me incluyo. Si lo pensamos así, a niveles del karma, sería bien simple decir que es parte del destino que nuestros hijos terminen comiéndose nuestra preciada mierda, pero no po’h.
A mí, sinceramente, me parte el alma pensar en procrear, pensar que mis hijos van a andar sufriendo las predicciones de Fátima (que analizándolo bien no es tan esotérica la hue’a) y huevadas raras, yo lo único que quiero es estar varios metros bajo tierra cuando toda esta mierda de mundo se llene al máximo y explote, pienso que tener hijos en esta época es lo más inconsciente que se puede hacer, y que la tontera (porque ES una tontera) de andar plantando arbolitos es un placebo, que greenpeace es un placebo que produce lo mismo en el mundo que lo que un consolador podría causar en una solterona, e incluso sus efectos son más inocuos, patéticamente inocuos. Ya no-hay-qué-hacer en este caso, estamos con la mierda al cuello, señores. Sólo habría que aprender a respirar bajo nuestros desechos, buscar la manera de asimilarnos con las bacterias y aprender a convivir entre los cadáveres de nuestros progenitores y la basura de todo el mundo, aprender a vivir así, lo que a manera progresiva no se ve tan difícil. Cada vez veo que a la gente le importa más una mierda todo lo que empiece con eco-, veo a la gente tan metida en su estupideces (que son en verdad risibles), que tienen a los hijos hechos una mierda humana, que bote la basura por ahí nomás, que no importa, total, alguien siempre barre, mi Soma fisgona se mete por ahí y estos pendejos y estas señoras (ambos unos conchesumadres) no se salvan pos oye. Pendejos que encuentran de lo más bacán patear a un perro que anteriormente fue reventado por un camión que manejaba un viejo grasoso que le importó mucho más poder masticar bien su pan con jamonada que parar un ratito para que el perrito cojo pasara, y que más encima al hacer mierda al perro, lo putea, le dice "perro conchetuma’re" y se queda de lo más bien masticando su pan con jamonada, ni al péndex ni al viejo le importa una mierda pasar por encima de lo que es la asquerosida’ de tener la mente llena de puras leseras. Están todos locos, señores. A todos les importa mucho más cahuinear acerca de la vecina que es una pendeja sin idea de la vida que se quedó embarazada, niña por Dios que darle cien pesos al Lara, que mal no le hace a nadie y que vive mucho mejor que todos, que duerme en la calle y que no fuma, no maneja un auto, no paga impuestos ni le importa una hue’a quién chucha se haya embarazado y sin embargo se nota a leguas que el corazón que trae dentro el Lara es mucho más bueno que el de la vieja culi’a que no-tiene-vida y que más encima se dedica a cagarse en las vidas de la otra gente, esa vieja de mierda que prefiere echarle un balde con agua encima a un perro callejero, que dice "qué asco" al ver que está sarnoso y que piensa que al tener sarna el perro ya se murió y que no tiene hambre por el hecho de estar feo. Es mundo se va insensibilizando de una manera muy rápida, tanto así que cuando sepa que está la cagada le va a importar un pucho.
El otro día me dio tanta risa cuando hablaron del "calentamiento global", me dio risa porque hace harto rato que los osos polares se andaban ahogando allá en el polo porque ya no les quedaba hielo en donde echarse a dormir, hace rato que el mundo se fue a la mierda y a nadie le importó y después un tipo viene con cara de "aquí te las traigo, piter" y dice "el mundo se está yendo a la chucha" y todos con crisis. Y vienen los señores tercermundistas y dicen "pucha, qué triste" y todos se sobre-emocionan con un par de lagrimitas de los magnates, los mismos mierdas que nos tienen el planeta pa’l pico y que jamás dejarían de progresar ni dejarían su capital de mierda por una cosa tan tonta como el mundo, que les da lo mismo que los países se hundan por los polos que se derriten, total, ellos podrán venderle igual a los que queden, obvio, siempre los que mueren primero son los que tienen menos plata. Y todos estos idiotizantes politicos dándoselas de buena gente dicen que van a aportar con echar su papel del super-ocho en el tiesto de basura, que van a ser niñitos buenos, sin embargo NINGÚN PAÍS en este mundo puede crecer ni progresar sin llenar de vertederos los alrededores de las poblaciones, donde crece nuestro futuro con el abono que les brindamos, que es la misma mierda con la que juegan desde chicos, mierda pura, pero que es sin embargo, mierda gratis.
No sé qué tanto caldo de cabeza se harán estos caballeros. Juran que les creemos que les importa la lesera de morirnos en situaciones indignas, se quedan felices al ver los ojitos brillantes de sus seguidores, que creen en que ellos sí lucharán por un futuro mejor para todos nosotros, siguen buscando la utopía en la que corremos felices por un prado lleno de flores, con el sol sonriente, un arcoiris y nosotros empelota, cantando alguna consigna pacifista. Eso quizás esté cuando se muera uno y más encima para eso hay que ser bueno todos los días, a cada rato. Lo que es difícil porque yo cacho que ni el padre Hurtado pudo evitar que la malicia se apoderara de él. Yo cacho que ni él se fue al paraíso prometido. Y que el único paraíso que vamos a tener va a ser cuando el gran hermano se paletee y nos dé un soma o un prozium para ver todo bien-bien.

lunes, 28 de mayo de 2007

no, era miércoles veintitrés

Es una costumbre para mí conmemorar los días en que amanezco puteando.
Quizás sea porque son más ponderados en una adolescencia en la que los momentos cursis y alegres los considero entre el pudor y la impotencia de reconocerme sensible.
Puteo por el atado de levantarme más temprano, de tener que ir más temprano que la mierda donde me van a dejar esperando más que la ídem por un simple trámite de "extracción de terceros molares".
Salgo de la casa hecha un montón de tiritones, bañada por la niebla y la escarcha matutina y me subo al taxi de mi papá que me lleva a San Pablo con Neptuno, nada más ni nada menos. Ese sería el aporte de mi progenitor.
Como un zombi avanzo hacia el paradero transantiaguino donde la gente se desparrama hacia todas partes y se abalanza sobre cualquier cosa rodante y aludo a mis capacidades roedoras para encontrar alguna manera de entrar al lugar sacrosanto para tomar la micro. Casi nostálgicamente veo pasar una tras otra las micros que supuestamente me sirven y que no tomo por puro ahuevonamiento. Cuando al fin alcanzo a subirme a alguna micro vuelve el mismo sistema de siempre, de cada vez que tomo una micro en horas peak: la inmovilidad y el gil que se me para detrás en todo el sentido de la palabra. El gil que se aprovecha de las frenadas del simpático chofer para poder embestir mi adolescente humanidad con su dudosa anatomía eréctil. La misma idea de volverme monja, de tejerme un calzón con virutilla, de que hubiera una sierra eléctrica a mano. Pero a falta de todas esas cosas me quedo quietita por alguna costumbre escondida en algún vericueto absurdo de mis pliegues cerebrales de no mirar a ninguna otra parte que no sea el suelo, por eso no encaro al gil que se me para detrás ni con la mirada, asumo la estupidez propia de ser piola, de ser sumisa en la masa general. Y me siento como una suerte de David Copperfield cuando se metía a los cubos de vidrio, pero con menos presupuesto para comprar un cubo más grande y más cómodo, un cubo que me presiona y me obliga a fijar la mirada en el piso, un cubo donde eso que amenaza desafiante empalarme en el más mínimo descuido, es parte del ambiente...además que las amenazas siempre me producen un reflejo en la mirada que la atrae al piso, y para colmo siempre me paso de dónde me tengo que bajar cuando salgo en horas peak, por la misma costumbre y también un poco de flojera, me cansa el sólo pensar abrirme paso entre la gente que huele mal, te mira feo y te apuntala.
Cuando al fin llego al sitio de salud pública pienso en lo que hay que aguantar: dos filas tan largas como la muralla china (estimaba dos, pero fueron cuatro) y tres horas o más esperando a que aquella persona que se vuelve diosa al iluminarme con pronunciar mi nombre se haga presente. Me siento en una silla coja a esperar. Nada. Me llama la Noemí y por poco me emputezco porque no noté mayormente que se diera cuenta que me saqué las re-crestas haciendo el trabajo y más encima me pregunta con cierto dejo de alegato. "Me obligaron a venir al puto dentista" y que sí, que el trabajo lo tengo y que porfa hable con la profe, que lo llevaré más tarde. Y entonces pienso en el Eric, pienso en si habrá tenido el coraje para encarar a alguna amiga a falta de poder hablarme a mí, cosas así que no le reprocho porque yo tampoco doy el ejemplo y la idea de emputecerme se va alejando ante esta sutil invitación al sentimiento y a toda esa pantanosa parte de mí...por poco entro por esa puerta acorazonada hasta que me pego el palo. "Puta que soy débil", y llega, tarde pero llega, la sensación de acorralamiento que es más sana que la sensación de abnegación, de la búsqueda del altruismo que me tiene el corazón hecho una mierda. Y pienso "si no es un pololo que me tenga la voluntad para el hueveo suyo, son las amistades o la calentura" porque cuando una piensa se manda a guardar toda clase de eufemismos, como decir "la lujuria" o huevadas. Todas estas cosas y vuelvo a sentirme en el cubito Copperfiliano, todo eso y el "deber" y el "no cambies nunca", el susto del pópulo si la soma llega a actuar distinto y la posterior condena capital por actuar así se convierte en el agua que me asfixia en mi opresión y cuando estoy en plena sesión sicológica-auto-flagelante me suena el celular de nuevo: mi mamá. "Te venih altiro pa’ la casa, acuérdate que tenih que reposar". Chucha, ahí recién me ascurro que sangro caleta cuando me sacan las muelas y que mí interacción hablada después del trámite cirujano se va a limitar a balbuceos jugosamente carmines. Me importa una hue’a, si alguien me quiere escuchar me va a escuchar aún cuando se me salga por la boca todo lo que tengo dentro, aún cuando vea que esa persona esté vomitando del asco, me da lo mismo. Seré floja, seré charcha, seré fea, pero irresponsable...ni tanto.
"Génesis Reyes", escucho. "Gé-nesis Re-yes", dice cantadito la enfermera y una vez más la sensación de que ese nombre me suena incómodamente conocido. Me levanto y digo "aquí" mientras me voy sacando los pircin. Pase. Deje su mochila aquí y siéntese en allá. Ahí exploto en romanticismo al quedarme parada escuchando la voz del doctor, esa voz tan profe, esa voz que me recuerda el reciente portazo en la cara que me dieron verbalmente las letras que más pertenecen a esa voz...de paso también recuerdo anteriores portazos y me percato que la voz del doctor me duele, me causa un dolor hipotérmico en mis fibras sensibles y quiero que se calle, que no me diga más lo que tengo que hacer, me doy cuenta de que esa voz parecida a la que se me escurría por entre los pasillos del instituto, esa voz que buscaba en mi y he encontrado en las cuerdas vocales de un doctor me recuerda a mi desconsuelo mediocre, ese desconsuelo que me hacía buscar ese sonido en particular en el silencio escolar y sentir que el corazón se me volvía una piraña maligna y me mordía el pecho por dentro, esa sensación de tristeza cálida de la que me desprendía después de un rato para volver a ser la de siempre. Que esa voz es una molestia dolorosa, que se calle, por la cresta, que no me pregunte si estoy bien. Que no me pregunte esas cosas porque es más fuerte la analogía entre las voces cuando pienso que a ninguna de las dos les voy a poder responder lo que quiero. Que se calle, que me deje tranquila. La vez anterior fue un miedo vertiginoso y placentero, ahora era simplemente el cabreo de tener al profe en todas partes una vez más, las ganas de personificar completamente a mi utopía en el doctor y propinarle un escupo colorido con mi sangre y dejar escapar un poco los sentimientos tergiversados y retorcidos que tengo. Pero no, me abstengo. "El mismo procedimiento de antes, ¿te acuerdas?", me dice amablemente, "mh", digo afirmativa y me voy del hospital, despreciando el día, dándome cuenta como siempre que todos mis días se convierten en trampas mortales para mi corazón y pensando en que iba a conmemorarlo en mi blog.

lunes, 7 de mayo de 2007

oído.

sólo por aquí se puede.

domingo, 6 de mayo de 2007

hay que ser imbécil. hay que ser poeta.

Ayer he vuelto a oír vuestra voz, oh enemigo mío.
Mi corazón que aún se muestra indefenso ante vuestro gesto se oprimió fuertemente al escuchar vuestras promesas que han hecho tal mudanza que la otrora dicha que me profesaban ha sido vilmente trocada a causa del desdén mortífero y duradero de vuestra mirada, agora mi herida, agora mi punición eterna.
Mas esas palabras están ahí, ¡oh lumbre en mi agonía! Aunque sea fuego condenado en el alma mía, es sin duda aquesta la primera vez que luz alguna corrompe el sombrío lugar do me heciste lúgubre morada. No veais mi queja con el acento de los ingratos, pues veo questa es mi condena por la felicidad profanada siendo yo indigna de toda clase de agasajos. Veras, pues, mi voz tranquila y mi alma resignada a pagar la dicha condena.
Teniendo en cuenta la cuita que me tiene de manos y pies atada, no temas de mí agravio alguno hacia vuestra persona, no temas de mí, oh ingrato. Mi locura no perturbará vuestra bella calma. Estoy tan lejos que ni mi amor ni mi odio podrán jamás de este infelice sino salvarme.Seguid agora sereno vuestro camino donde enajenada y desterrada de todo cuidado vuestro he sido. Dejad que todo siga su rumbo, cual melodía mortal y placentera imposible de callar, dejad que siga así y con ello mi desdicha encuentre su postrero sosiego algún día en vuestra alegría, y questa vida mía sea indigna de ser recordada a vuestro lado.

Era obvio, estaban dando Romeo y Julieta en la tele. Era cosa de ir y sufrir nomás. Y, de paso, ponerse patética y poeta. Una tonta poeta. Ya me decía yo, no leas poesía antigua. Pero dale con leer y más poeta me pongo. Más tonta y más poeta. Es cosa de querer sufrir nomás y todo se pone triste. Obvio. Y es increíble lo que puede salir de mi mente. Ni cagando vuelvo a escribir tan románticamente en unos diez años más, lo juro.

sábado, 5 de mayo de 2007

por la puta.

La verdad es que me estoy como estresando con esta huevada de estar en cuarto medio y toda la parafernalia, qué tiene de especial todo este atado de arreglos para "un bonito recuerdo" si estoy repleta de recuerdos y yo cacho que no voy a poder aguantar uno más en mi pobre cabeza de púber eterna. La PSU es punto aparte.
La PSU me tiene chata, qué tanto hueveo, a ver. Es ir y vomitar puros conocimientos que quién sabe cuándo chucha los voy a ocupar, yo, una cabeza humanista neta, con cero optimismo en matemática y todo lo que tenga cifras, cálculos, etc. estoy completamente condenada a que me vaya como el píco en matemática al menos. No voy a preu, no estudio aparte de las enseñanzas negligentes de los colegios en los que he estado, tengo una idea vaguísima del contenido de los años anteriores e incluso de este año pero me importa una hue’a. Así de simple, estoy cansada y aburrida. Y cuando le digo a mis progenitores respecto a mi "decisión" a medias de no dar la prueba este año me arman una pelotera de este vola’o y hasta ahí nomás quedo. Pero la verda’ es que no estoy ni ahí con desfilar junto a los de "mi generación" en el diario con un puntaje repugnante, que fue parido salvaje y rudimentariamente por este cerebro distorsionado que es el mío y que muchas veces no sé qué mierda tiene dentro.
Además, si doy la prueba y me alcanza para lo que quiero estudiar no es el chiste porque yo me quiero ir. No sé dónde, me da mismo si es al sur a agarrar pescaditos y a arrancarme del terremoto o al norte a cagarme de calor u otra cosa. Si me voy de este país sería mejor, y así iría mejorando a niveles geográficos como continente, planeta, etc. Si me fuera a la luna sería lo ideal, pero tampoco tengo plata. Entonces, con toda esta hue’a sería re-fácil ir a dar la prueba y que me vaya como el mal y ahí les dejo la lesera, yo advertí que me iba a ir así, etc. Pero me da lata eso de que gasten plata por las puras y yo comportarme tan conchesumadremente. Entonces esa es la problemática que me iré planteando de aquí a final de año y lo más seguro es que me obliguen y haga un cordial barco pirata con los resultados. Lo más seguro es que no me vaya a ningún lado, lo más seguro es que me pudra en la frustración de cuarto medio y el bajo puntaje y llore cuando vea a los puntajes nacionales y me auto destierre de esta mundanalida’ de vida y me vaya a vivir al techo y convierta en una ermitaña de techos o algo así, va a ser terrible como para pegarme un tiro pero no tengo pistolas tampoco y me da flojera andarme consiguiendo una. Así que filo, que sea lo que sea y a ver si me dejo tranquilo el seso un por un ratito porque se me andan olvidando las cosas y parezco senil. Ayer me perdí un programa en la tele porque lo daban de noche y nadie me avisó y me emputecí pero pa’ dentro. Que se vaya a la chucha todo ahora, ya. Pero de a poquito, pa’ no sentirme mal. O sea, no ahora, ya. Que el tiempo me comprenda, a veces una dice cosas muy extremas de puro enoja’ que está, o no sé hue’on, simplemente a mí me da flojera andar pensando qué chucha tengo que decir. Así que me da lo mismo si todo se va a la chucha ahora, ya. No es más asunto mío. Y así. Paranoica como yo sola.

martes, 3 de abril de 2007

hotra critica

Si me pongo a leer cosas de filosofía, a estudiar tonterías de caballeros muertos es sólo para seguir en la misma reflexión de que cada vez es un poco más difícil ser notable, hacer notar que una persona es “pensante”. Está bien, es cultura general pero no deja de ser deprimente que si yo hubiera nacido hace unos varios siglos atrás y me hubiese llamado de una manera rara hubiese salido en libros y tanta lesera, hubiese tenido una academia, hubiese tenido discípulos. Pero hay cierta clase de personas por las que no me atrevo a pasar por encima como por ejemplo Sócrates (si alguien tiene idea de qué clase de persona es este caballero me entenderá, sobretodo si entiende de la ironía socrática) me gustaría y creo que fácilmente podría haber ocupado el lugar de Platón, sólo era cosa de decir “yo hablé con Sócrates y soy hombre” como para conseguirse unos cuantos seguidores y listo, quedo en la historia. Porque si llegara siendo una mujer es caso aparte, lo más seguro es que me dan un castigo que te lo encargo, me mandan a freír, cosas así. Y me da rabia porque un tal caballero Descartes llega y primero dice “no creo nada” y todos quedan “oh, él no cree nada” y después dice “cachen, al saber que no creo nada me doy cuenta de que pienso y la otra lesera que puedo creer aparte de que existe la duda es que pienso, po’h loco” y el cogito, ergo sum y después eso del ser perfecto y leseras más profundas que salen después como cuando una persona como yo se pone a escribir esta clase de cosas. Si alguien entiende de filosofía puede criticarme o al menos entender qué mierda estoy diciendo, si es que estoy diciendo algo, en el caso de que sea algo. Entonces recomendaría a la gente con facilidad de sentirse mediocre o miserable que no-lea-filosofía o va a terminar haciendo algo parecido a esto porque en realidad es una cosa desesperante eso de querer demostrar que una lesera es tan fácil de pensar como para que un caballero equis quizás en qué estado diga “yo creo que...” y chan-chan, el caballero es el bacán de los bacanes, y claro, el caballero debe tener cuña, una especie de coima o algo que ver con los antepasados de Girardi (si de esos tipos los hay desde tiempos bien, pero bien pasados. Habían hasta en los incas, si no es creíble hay que acordarse de los tokoirikoks, dime un poco. Esos eran unos delatores y les pagaban, pura mafia. Está en la sangre, está en el ánima mundi, y no hay tu tía) entonces hay que tener pituto para que no lo maten y tener palos blancos entre la gente del pueblo para que se hagan los sorprendidos de la capacidad de razonamiento y listo. Lo más seguro es que ahora Platón y Descartes hayan dejado su partida de póker en donde sea y estén retorciéndose de la risa de la envidia que me dan. Parto por decirle, señor Platón me gustaría que me dijera qué cosa tiene que ver el amor platónico con usted y que porfavor le mande saludos a Sócrates y que le diga que soy su grupi y a usted señor Descartes le digo que me cae pésimo nomás. Qué manera de decir incoherencias. Pero tengo que reconocer que no voy a tener otro lugar en el que pueda expresarme hacia los caballeros estos y que hay que aprovechar las instancias que la Dios en su infinita sabiduría, etcétera nos da y yo creo que es tan posible que ellos puedan leer esto como que alguna de las cosas que dijeron sean ciertas. Y sigo con la crítica otro día porque me da rabia nomás seguir relatando lo injusta que es la vida y que estamos destinados a quedarnos en el vulgo y si no quedamos en el vulgo quedamos en la categoría de los que quisieron salir del vulgo y que es una cantidad de multitud que ya no se puede dejar atrás. Y si critico a los filósofos es porque pienso que desde ahí sería justo criticar porque no critico a Caín y Abel ni porque Caín mató a un cuarto de la población en la tierra y nadie le dijo nada ni porque ellos son los hijos de dos personas que son culpables de toda esta lesera que no estaría pasando pero lo mismo pasó y yo estoy condenada a tenerle envidia o algo así a los sobresalientes del pasado-pasado y digamos que no es culpa mía tampoco. Y que se vaya a la mierda el pensamiento racional porque yo no tengo nada de eso, sólo me dedico a decir lo que pasa y lo que pasa es que yo no debería ni leer ni escribir tanto o hacer una de las dos cosas nomás porque no funciono bien.

jueves, 15 de marzo de 2007

quince

Hay varias cosas en mi forma de ser que no me gustan como por ejemplo acordarme mucho de las cosas, tengo esa lesera nostálgica que me desagrada por eso que dicen de que todo tiempo pasado fue peor, que con el diario de hoy se envuelve el pescado de mañana (y si me pongo a pensar que el hoy se vuelve un diario fétido mañana termino hecha puré en la vereda). Eso me cae mal, eso de extrañar tanto cosas que quizás en su tiempo me desagradaron mucho más que la sensación de extrañar, me molesta cuando no actúo como yo busco, cuando hago las cosas impulsivamente porque eso no habla muy bien de mi capacidad de moderación y me doy risa a veces pero la mayoría de las veces me cohibo y me quedo callada un buen rato pensando cosas tontas que no vienen al caso. Y la persona de allá afuera, esa que a veces está en frente mío mira mi cambio de tonalidad en la cara con una paciencia de abuelita en el INP y yo veo sus líneas bailar porque los ojos se me llenan de lágrimas y no por algo de tristeza, ni rabia, ni felicida’ es una cosa de que los ojos nomás. Y a veces digo las leseras que pienso y las otras veces simplemente me arranco porque si llegué a ese lugar tan borroso de puro impulso, de puro impulso me voy a ir. Cosas de adolescente, digo yo. Y una dice "lo digo yo" como si fuera la gran cosa, la gran experiencia, la gran lesera de decir que uno lo dice, la gran referencia, recomendándose por las puras porque es una cosa de muletilla de esas señoras que hablan de lo que dijo tal persona y que si te ponih a pensar de dónde salió eso da la impresión de que la señora en cuestión tiene la mente más distorsionada que la tuya y da un poco de lástima y hay que decirle que sí, claro, toda la razón como un reflejo verbal a toda clase de pregunta fática y hablarle como en un susurro porque a ella le gusta hablar así porque piensa que nadie la escucha más que una que está ahí al lado pero la verdad es más extraña de lo que ella piensa si se llega a dar cuenta que esa persona que está ahí al lado está pensando en que el vecino ya no pone el árbol de pascua de todos los años y que en verdad todo se está yendo a la misma mierda. Y eso es parte de las cosas que me agradan pero en un final no me gustan tanto porque llego a mi casa y mi mamá que guarda un pacto tácito con la comunida’ de las señoras que cuchichean me dice y qué pasa y yo le digo no sé y se pone a pensar que hablaba de ella o que en verdad tengo problemas sicológicos al nivel de censura pero ella no sabe aún de Freud y sólo piensa que la señora me tiene tan loca como está ella misma (la misma señora, no mi mamá) pero yo nomás quiero escucharla por una cosa de ser buena y dicen que de buenas intenciones está lleno el camino al infierno a mí me da igual porque se veía que la señora estaba que reventaba de las ganas de hablar y ahí queda la embarrada entre que ella (mi mamá) me explica cosas como que ella (ya dije ya) es mi mamá y yo que le digo lo de la censura de Freud pero que no habláramos de eso porque nada tenía que ver y después de un rato yo me canso y espero a que ella se canse y ahí hay un silencio y yo me voy a hacerme unas papas fritas y ella se va a mirar feo a la señora. Pienso que Zarathustra era bacán porque se pudo ir lejos a hablar de lo que creía y que se creía Jesús pero no podía porque se llamaba Zarathustra, y me daba risa lo que decía de las señoras y esas cosas. Yo no puedo hacer eso porque en primer lugar no me llamo así (ni me llamaría, digamos que no está en mi lista) y en segundo lugar me gusta más vivir en mi casa e imaginarme que esto es como un campo y que yo estoy mas o menos siendo tan crítica con una arenga parecida, pero a mí misma nomás va la crítica, así de pobre, y no presento a ningún super-hombre porque no hay de esas cosas en la actualida’ (Nietzsche me lo ha dicho, me dijo "el ser humano ya no tiene nada que ver con el super-hombre y yo me enamoré de mi hermana) y en tercer lugar no se gana mucho porque en el primero y en el segundo dan los mejores premios, como medallas o diplomas, cosas por el estilo. Eso es lo que me cae más mal, ojalá se entienda.

lunes, 12 de marzo de 2007

relatito.

Último día de las vacaciones que supongo serán las últimas que tendré en el ámbito adolescente-escolar. No es nada en especial por el momento, a veces me da por pensar que me tengo que esforzar este año y a veces pienso que en el fondo me da lo mismo con tal de quedar en lo que me gusta :/ no quiero ser puntaje nacional ni terminar tirándome de algún edificio por el estrés de pensar esa clase de cosas, nah.
Pero me gustaría decir que este año no podré preocuparme ni ocuparme de nadie. Es que este es mi último año con menos posibilidades de fracasar y pienso tirármelas todo mi tiempo libre (aunque no ‘las’ tenga, es una mala suerte que esa sea una expresión meramente masculina, pero se entiende la figura supongo), la cosa es que quiero evitar el estrés que ya dije y pienso electrocutar mis neuronas lo suficiente como para mí solita, cosas precisas y concisas (sí, estoy siendo egoísta y qué tanto). Así que todo aquel que quiera venir a dar zuko le regalo de antemano un palo en la cabeza. Así de fácil, quiero estar tranquila este año al menos, ese es mi proyecto y ay del que venga con críticas porque ando como fanática de la tontera impulsiva y de más que termina con escupo en la cara como mínimo. Y aunque me quede sola solita y sola (y quizás ya sea hora de que me dejen ir al baile sola, solita y sola, solita y sola, que deje el teléfono de donde voy a estar) ese es el punto. Y a los que saben que los quiero les digo que ahora los quiero más porque cuando una está reacia a pensar mucho quiere más a la gente, parece. Ahora me doy un poco cuenta de eso, quizás.

jueves, 8 de marzo de 2007

por detrás

No sé qué pretendo teniendo un blog, no sé qué saco viniendo aquí y ponerme a hablar tonteras. Quizás sea por respeto a esa personas que me han preguntado por mis avances escritos y esas cosas, pero a la vez quizás me esté faltando al respeto en mis propias aspiraciones literarias, el venir aquí y darme cuenta de que ya nada me inspira para escribir alguna novela-tonta-adolescente o esos micro-cuentos que guardé en algún tiempo en un cuaderno extinto que eliminé por razones obvias, todo lo que había ahí era algo absoluto de momento y nada de eso tenía proyecciones de servicio futuro, es decir, tenía que morir, no pensaba dejarme atropellar por mi pasado un poco más brillante en esto de que se le ocurran las cosas a una. Hablando con la gente que visto que el factor enamoramiento es un gran punto al momento de ponerse a escribir cosas que busquen una coherencia al menos momentánea...y bien, yo he rechazado ese factor de plano, por una cosa de huelga cerebral, y en verdad casi-íntegra al ponerme a revisar en mi sistema personal y darme cuenta de que no-quiero-nada-con-eso, a excepción de ciertas cosas que no vienen al caso, si nos ponemos a hablar de eso. Y, cuando ese factor no está, kaputt, se murió, la gente se pone a pensar en cosas menos-del-corazón, cosas más-de-la-vida y todo el mundo sabe que de reflexiones de la vida están llenas las bibliotecas, los abuelitos, etc. Y donde uno vaya va a haber una biblioteca o un abuelito dispuesto a contar sus reflexiones (y digo biblioteca para evitar la redundancia de decir que en esas bibliotecas están llenas de escritos de abuelitos que ya están muertos, a veces no, a veces sí, pero da igual...en algún momento son abuelitos, exceptuando a los poetas malditos que también decían cosas de la vida que es caso aparte porque no-se-ha-comprobado que los muertos envejezcan, por decirlo así en todo caso es igual). Y es lamentable porque es como la plenitud de la vida cuando una se pone a pensar cosas de la vida y es justo en esta etapa de adolescencia cuando una se hace esas preguntas y es tan complicado y tan genial cuando llega la respuesta y es como ganarse una caja de chocman pero cuando una va y la cuenta o la hace visible la gente te mira y después de hacer un sonido de reloj con la boca dice "es una etapa, ya vas a ver" y una agacha la cabeza y se va caminando despacito de pura pena nomás y mirando las paredes por mirar algo. No sé si habrá más gente que le haya pasado eso de mirar las paredes, al menos a mí no me pasa tanto, yo chuteo hojas porque casi siempre pasa en otoño cuando me pongo filosófica entonces hay hartas hojas o las piso que es tan recontra-bacán. Así, las cosas con esto de andar escribiendo, quizás esto después se lea con más paciencia, un compilado y se vea como una novela entre pregúntale a Alicia y la otra Alicia pero esa es más conocida como una película, no sé qué capacidad connotativa tendrá la persona que lee pero en realidad, punto aparte, aparte, aparte. Ya voy a entrar a cuarto medio, me da flojera absoluta estudiar matemática y tengo ese libro ahí mirándome y me da cualquier miedo porque en la noche sueño que le salen ojos y boca como en los comics de los libros del estado que suelen dar en el colegio pero este no es un libro feliz sino un libro-de-matemática-con-puros-números y se instala ahí en la puerta y me dice "no te irás hasta que cambies a Cortázar por Pitágoras y a Garcilaso de la Vega por Euclídes", cosas así y yo despierto con una cosa en el pecho y me dan ganas de pescar el libro y mandarlo a la punta del cerro, pero le hablo bajito al libro de lenguaje y al libro de historia para que lo afirmen cuando me quiera asfixiar.

martes, 27 de febrero de 2007

por delante

Yo sentada en el cielo de la rayuela y tú tomándome una fotografía desde más abajo de la tierra. Vaya figura, decías. Yo me acuerdo de que ese día parte de la palabra cielo se quedó en mi traste con una majestuosa tiza celeste. Esa sí que es figura, te dije. Y te reíste. Puros fragmentos de cosas con más cosas tuyas como incrustadas como la sensación de tus manos que me gustan tanto. A veces tengo la sensación de estar ebria todo el tiempo que te veo, y no es una metáfora romántica ni mucho menos, lo sé. Pero así es la sensación que tengo, como de que se me olvida todo y esta clase de cosas se me vienen cuando me da miedo, cuando me da frío o cuando estoy fumando y voy llegando a una perspectiva muy bonita del mundo y su gente y me doy cuenta de que no quedan más cigarrillos. Y todo después de una cámara lenta se detiene de golpe.

miércoles, 24 de enero de 2007

Sería

Tengo 17 años, me dicen Soma e intentaré escribir una descripción lo más positiva posible. Pasé a cuarto año de enseñanza media, sí, el próximo año obligatoriamente creceré para el vulgo. Seré mayor de dieciocho, podré acceder a drogas duras y comprar algo de pornografía de la buena, bueno, eso dice el Danilo. También podré chocar autos y asumir mi responsabilidad cuando me arresten, creo que será fa-bu-loso. También me dicen que una persona se independiza, yo digo que eso es algo de disponibilidad, hay personas de 30 años, casadas que siguen siendo dependientes de sus padres, yo tengo diecisiete y me basta para ser más independiente que esas personas. El punto es que no quiero ser legalmente grande. El punto es que una vez más como que la vida me pasa por encima y estoy viéndola que se viene así sobre mí y qué voy a hacer, nada. Intenta verlo por el lado amable, me dicen. Parezco una histérica. Sí, lo soy y qué. Me gusta eso de ser ligeramente pro-te-gida por esto de ser chica, sé que mi vecina lo odiaría porque pensamos muy distinto y ella me reta y me dice no sé qué. Por ejemplo ese definitivo golpecito repetido en la cabeza que te dan los grandes con la sonrisa petulante típica que te dice que siempre estarás ahí, en la parte baja del ecosistema, como un plancton que, para una mejor ilustración, es adolescente. Ese golpecito odioso a mí me parece de lo más agradable por más que sepa lo que significa, por más que alguna vez lo haya sentido hasta insultante, pero y qué, hay que asumir que cuando lo recibimos aún no estamos lo suficientemente desarrollados en todo sentido como para evitar el golpecito, por mucho que cueste. Con el tiempo me fui acostumbrando al sistema de ser plancton y me acomodé en este lugar donde las explosiones de hormonas son lo común, donde es tan romántico mirar hacia los escalones de arriba y soñar con alguna que otra cosa que esté allá, lejos, bien arriba, esa sensación constante de tortícolis que frustra. Creo que esos son los mayores sueños que una puede tener a esta edad, como lo fue en algún tiempo tomar café, o tomar cerveza o fumar delante de los padres... esos son como ritos que te aseguran que te saltaste de esa horrorosa etapa en la que te orinabas en la cama hasta donde a duras penas te escuchan en la casa sin decir “uuuy, mira, está hablando”, son esas cosas tontas por las que pasas como para sentir esa agüita tibia en el pecho y sentirte grande. Para mí no es así, y sé que quizás habrán más como yo. Aparte de no agradarme el sabor ni la sensación de esos ritos, porque me duele la cabeza con el olor del cigarrillo y la cerveza la paso pero me carga el sabor [sinceramente prefiero bebida con helado de piña que la champaña, prefiero aguantar la espuma irrisoria que produce el gas que el peligro de tragarme el anillo en año nuevo]. A mí me deprimen las graduaciones, siempre pienso que es la despedida más patética a los años que pasaron, más que un funeral. Y se abrazan y se dicen “te voy a llamar” y una sabe en el fondo que no se va a saber más de quien lo último que te dijo fue “te llamo” o “no nos vamos a separar nunca” es en realidad muy triste, al menos para mí cuando lo pienso así, las otras veces me da risa. Mi base quizás sea bastante fría, pero creo que es ilustrativa: soy la única sobreviviente de un colectivo adolescente femenino que en un tiempo fue una especie de junta literaria-hedonista-medio-lésbica, donde nos reuníamos a...qué importa. La cosa es que soy la única que ha llegado hasta este momento como para contarlo. Creo que han pasado varias cosas como para formarme tal cual soy. Le temo a los anuarios, a las películas en las que salen bailes de graduaciones, a las dedicatorias en las blusas, alucino con el final de Carrie. Ser adolescente no es fácil, es como una operación rastrillo biológica, donde la persona que pasa ilesa a la prueba de frustraciones, ilusiones y decepciones, traumas y terapias sociológicas es la que puede llegar algún día a enfrentar los problemas de adulto como la cesantía, el divorcio y las pensiones alimenticias. Me parece fantástico esto de estar sujeta eternamente a pruebas de carácter, si no se notó, es ironía lo que acabo de decir. Me gustaría encerrarme y no saber más de mí. Al menos a los dieciocho podré acceder a drogas por mí sola y evitar tener que estarle viendo la cara a algún mayor, aguantar el cálido golpecito en la cabeza para poder borrarme un rato. Creo que esa sería la gracia. A ver después cómo hago para no colapsar cuando mi jefe sea el del golpecito en la cabeza. Fantástico, ¿no? Sin embargo, aún no me trago la mayoría de edad, ni andar firmando cosas, ni ser parte del maravilloso proceso de votación. Aunque, si en los alrededores de mi casa siguen creyendo que mi nombre real es Angélica, podría ser fácil convencer a esas mismas personas que no soy mayor de edad y que eso me sirviera como una clase de placebo. Es reconciliante esto de escribir.