viernes, 26 de octubre de 2007

soulstorm.

Seis y media, siempre he tenido una conexión extraña con esa hora. Eran las seis y media y acababa de destriparme, miré el desecho. Tanto hueveo, tanta plata que se gasta en algo para que termine en un vómito indecoroso, es la búsqueda de poder –en mi caso- retribuirle algo al mundo, poder de alguna forma explayarme y dar rienda suelta a lo que llevo dentro aunque no sea la forma más elegante de hacerlo, pero es la más impulsiva y la que sin duda alguna me produce menor arrepentimiento. Vomitando puedo ser yo y nadie más, puedo ser tal cual como quiero dentro de la arcada enorme que me da la vida.

Y es increíble, me parece increíble que me ponga tan reflexiva delante de lo que acabo de expulsar. Es posible que ahí estén mis tripas, me dije, y sería algo bueno. Es posible que el corazón se me haya ido también por la boca, lo que sería mejor aún. Haber invocado a mi pensamiento romántico me produce una nueva arcada en la soledad de mi reflexión deglutiva. Ojalá ahora se me salga el corazón, porque después de esto no voy a poder seguir. Pero no, no se ve nada así, no hay siquiera un músculo que bombee sangre, aunque sangre hay, sí que hay. Y de repente algo se mueve, por la chucha, mi vómito se mueve. Ahí está, moribunda y penosamente impresentable mi alma, sí, mi alma. Devuélvete, mierda. No, ni cagando, no te aguanto. Entonces ándate a la chucha, no voy a ser mejor ni peor sin ti. Mentira. No te voy a rogar, mal que mal, eres parte de lo que vomité. ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?. Sí, estoy hablando con mi alma en una conversación etílicamente seria, chúpate esa. No me refiero a eso. ¿A qué te refieres, oh, alma mía? A todo lo que haz hecho, cruzaste la línea. ¿Qué línea, alma mía, por el amor de Dios?, ¡dónde chucha veih una puta línea! Aquí; en el hecho de que sean las seis de la mañana y estés vomitando tu alma junto a una avalancha de ron barato y sangre. ¿Le ves ribetes melodramáticos y reflexivos a todo esto?, así que tengo alma de sacerdote, me cago en mi alma. La moral. “LA ÉTICA”. La decencia. “LA DIGNIDAD”. ¿Ves?. Sí, lo veo bien clarito, no me sirves ni siquiera para conversar, con permiso y no te voy a extrañar.

Y entré y le dije al Isaías: allá afuera hace un frío que te lo encargo, hace que se le salga el alma a uno y son las seis y media hace rato, quiero dormir. Estabai hablando sola. Era mi alma. Era esquizofrenia. Buenas noches. A ti te hace falta enamorarte. Y a ti te hace falta un polvo, una verga, maricón roga’o. A ver cabra chica. Escúchame, tengo sueño y estoy ebria por TU CULPA, y acabo de vomitar mi alma, lo más seguro que sea por TU CULPA TAMBIÉN, y vengo y me tratai de loca y ¿me hablai de amor?, qué te pasa, el amor que mantiene unido tu culo al miembro del mundo me importa una hue’a, la dura. Mañana llamas a mi papá y le dices que me fugué con los gitanos, que no estoy para nadie, que tengo SIDA y depresión compulsiva por las compras y las ETS. Sí, bienvenido al club, hueón, buenas noches.

- Rutina –pienso antes de entregarme a los brazos de Morfeo, donde me lleva Dionisio-, pura rutina, todos los días, pecados domésticos. La diferencia es que hoy vomité mi alma.