jueves, 3 de marzo de 2016

never over.

no encuentro ni conozco las palabras que me permitan explicar cómo me derrumbo más allá de los caminos que he construido para ti, cómo cualquier cosa en todo lo que implica una vida: una imagen, una palabra, una coincidencia, lo que sea me quitan de cuajo el entusiasmo que profeso y del que me convenzo para seguir.

no entiendo lo testarudo que es mi temor, ni siquiera sé si se trata de temor, ni siquiera tiene la decencia de venir y presentarse como lo que me mantiene encerrada en mis nervios, la jaula de hormonas y náuseas que no tiene nombre, que me patean de vez en cuando (sin querer, sin querer, sin querer). 


va más allá, es más fuerte que yo. llevo 26 años y algo dimensionando la fuerza que puedo tener y no tiene nada que ver con esto. me desmorono más allá, siempre más allá. caen pedazos, cruje la piel y no logro cerrar los ojos ni los puños. las uñas rotas se entierran, tengo mucho miedo de dejar caer las lágrimas, que nadie me vea así, que nadie me vea así. 

nadie me va a ver así.


es el pánico de sentirme mal sin poder echarle la culpa a nadie ni a nada más que a mí misma. la forma más simple de llegar a un fin es la linea recta, pero sólo se puede ir hacia adelante o hacia atrás. detenerse. parar. ¿alguien tendría que asumir la culpa por algo que no es directamente un daño? 


¿con el tiempo esto no será este un motivo para dar las gracias?
por el momento no. por el momento no existe un nombre ni una palabra que me atreva a pronunciar. 


otro cliché: el remedio y el veneno son lo mismo, distan dosis (lo repito).