jueves, 8 de marzo de 2007
por detrás
No sé qué pretendo teniendo un blog, no sé qué saco viniendo aquí y ponerme a hablar tonteras. Quizás sea por respeto a esa personas que me han preguntado por mis avances escritos y esas cosas, pero a la vez quizás me esté faltando al respeto en mis propias aspiraciones literarias, el venir aquí y darme cuenta de que ya nada me inspira para escribir alguna novela-tonta-adolescente o esos micro-cuentos que guardé en algún tiempo en un cuaderno extinto que eliminé por razones obvias, todo lo que había ahí era algo absoluto de momento y nada de eso tenía proyecciones de servicio futuro, es decir, tenía que morir, no pensaba dejarme atropellar por mi pasado un poco más brillante en esto de que se le ocurran las cosas a una. Hablando con la gente que visto que el factor enamoramiento es un gran punto al momento de ponerse a escribir cosas que busquen una coherencia al menos momentánea...y bien, yo he rechazado ese factor de plano, por una cosa de huelga cerebral, y en verdad casi-íntegra al ponerme a revisar en mi sistema personal y darme cuenta de que no-quiero-nada-con-eso, a excepción de ciertas cosas que no vienen al caso, si nos ponemos a hablar de eso. Y, cuando ese factor no está, kaputt, se murió, la gente se pone a pensar en cosas menos-del-corazón, cosas más-de-la-vida y todo el mundo sabe que de reflexiones de la vida están llenas las bibliotecas, los abuelitos, etc. Y donde uno vaya va a haber una biblioteca o un abuelito dispuesto a contar sus reflexiones (y digo biblioteca para evitar la redundancia de decir que en esas bibliotecas están llenas de escritos de abuelitos que ya están muertos, a veces no, a veces sí, pero da igual...en algún momento son abuelitos, exceptuando a los poetas malditos que también decían cosas de la vida que es caso aparte porque no-se-ha-comprobado que los muertos envejezcan, por decirlo así en todo caso es igual). Y es lamentable porque es como la plenitud de la vida cuando una se pone a pensar cosas de la vida y es justo en esta etapa de adolescencia cuando una se hace esas preguntas y es tan complicado y tan genial cuando llega la respuesta y es como ganarse una caja de chocman pero cuando una va y la cuenta o la hace visible la gente te mira y después de hacer un sonido de reloj con la boca dice "es una etapa, ya vas a ver" y una agacha la cabeza y se va caminando despacito de pura pena nomás y mirando las paredes por mirar algo. No sé si habrá más gente que le haya pasado eso de mirar las paredes, al menos a mí no me pasa tanto, yo chuteo hojas porque casi siempre pasa en otoño cuando me pongo filosófica entonces hay hartas hojas o las piso que es tan recontra-bacán. Así, las cosas con esto de andar escribiendo, quizás esto después se lea con más paciencia, un compilado y se vea como una novela entre pregúntale a Alicia y la otra Alicia pero esa es más conocida como una película, no sé qué capacidad connotativa tendrá la persona que lee pero en realidad, punto aparte, aparte, aparte. Ya voy a entrar a cuarto medio, me da flojera absoluta estudiar matemática y tengo ese libro ahí mirándome y me da cualquier miedo porque en la noche sueño que le salen ojos y boca como en los comics de los libros del estado que suelen dar en el colegio pero este no es un libro feliz sino un libro-de-matemática-con-puros-números y se instala ahí en la puerta y me dice "no te irás hasta que cambies a Cortázar por Pitágoras y a Garcilaso de la Vega por Euclídes", cosas así y yo despierto con una cosa en el pecho y me dan ganas de pescar el libro y mandarlo a la punta del cerro, pero le hablo bajito al libro de lenguaje y al libro de historia para que lo afirmen cuando me quiera asfixiar.