algún día debería resolver por borrar todo raspado de lo malparido.
coserme los ojos hacia el frente, atarme los pies bien al piso.
pero me cuesta, por la conchetumare que me cuesta.
y no sé por qué, si todo pasado fue siempre peor.
miércoles, 26 de marzo de 2014
levrero lo llama angustia difusa, yo aún no le pongo un nombre. a mi me pasa esto que siento como si me partiera en dos una gran cascada de agua muy fría y me duele mucho el pecho, la frente, las piernas y me pesan los pies. tullida. pero sobre todo: me pesa lo que debería decir.
hace tiempo que dejé lo rebuscado, me fui enarbolando lo más simple, rústico porque mis sentimientos se fueron haciendo más humildes a la fuerza, a punta de expectativas que fueron viendo la luz en sepia. (porque siempre han sido así de simples, mis sentimientos).
de pronto el mundo, el destino, quien sea, decidió arrancarme el corazón un rato, arrancármelo en serio y decírmelo tal cual: "esta vez es en serio, la próxima será peor" y decirme que todo lo anterior fue una prueba. y de pronto mi vida dejó de ser tan.
no, no dejó de ser miserable. fue más miserable aún, si lo ponemos de esa forma.
más defendible. por un motivo extraño se me dotó de la fuerza de sostenerla pero sin la menor idea del por qué. quedará para mis 40, mis 50 o 100. no tengo mucha inspiración, no ocupo bien las palabras, no ocupo bien lo que tengo y de pronto ya se ha ido todo, lejos, irrecuperable y uno abraza cosas, llora, mira lo que sea y piensa cosas. entonces uno avanza.
o todo lo demás se queda atrás.
debe ser eso: todo lo demás se queda atrás y pareciese que uno avanza.
sábado, 22 de marzo de 2014
laguna alguna.
mis entradas están libres de toda culpa, las entrañas guardan toda clase de complejidades sin ton ni son. no quisiera extenderme más en lo que nadie leerá o que será siempre leído por los ojos equivocados, interpretados desde una perspectiva poco idónea de quien entiende lo que quiere y no lo que debería creer. pero el "deber" es una cosa tan amplia... (..)
estoy completamente fuera de vista, escondiéndome en los dobleces fortuitos y desafortunados de la punta de alguna hoja de algún libro que alguna vez fue favorito. perdiéndome a propósito de las reminiscencias de paredes arañadas y ojos cerrados, sacudidas e intentos de dejar la mente en blanco. ya no soy yo, en el sentido amplio de la palabra. soy la proyección sana que en un momento decidí ser. y eso -no está de más decirlo- es el yo más enfermo que me ha tocado vivir.
la negación, el pie atrás y las manos apretadas no son algo que sobrecoja a mi espíritu. no siento que dé vueltas en mi interior y poco a poco la hoja se va quedando en blanco en mi buena parte de cerebro que queda, una hoja a la fuerza borroneada pero manchada de humedad y putrefacción, como si todos los componentes de esas hojas hallasen un correspondiente en todas las cosas que deseo olvidar y se estuvieran descomponiendo, descomponiendo. muy a la fuerza, he hecho un "cultivo" de sujetos y recuerdos descompuestos que han infectado frecuentemente mis reflexiones y me han hecho sentir o pensar lo menos conveniente.
dónde dejo el desperdicio. dónde se podría ir. se podría ir por mi boca si decido hablar mi dolor y mi rabia. se podría ir en mi sangre, en un escupo generoso, en un choque repetido de alguna parte de mi cuerpo contra algún objeto o alguna pared. se podría ir. pero no se va.
tengo la pésima costumbre de quedarme atrás. donde ya no existe nadie, donde nadie de los que extraño están. donde sólo hay un reflejo burdo que maximiza defectos y virtudes y donde sólo estoy yo, girando en lo entrañable, acurrucándome en la frazada fría y húmeda de la causa perdida, aniquilada e ignorada por nadie más que yo misma.
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