viernes, 11 de junio de 2010

Tengo Miedo (así, con mayúscula).

Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.

Tengo miedo -Y me siento tan cansado y pequeño
que reflejo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella.)

Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!

Se muere el universo de una calma agonía
sin la fiesta del Sol o el crepúsculo verde.
Agoniza Saturno como una pena mía,
la Tierra es una fruta negra que el cielo muerde.

Y por la vastedad del vacío van ciegas
las nubes de la tarde, como barcas perdidas
que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.

Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.


Neruda.


Fui obligada cruelmente a dejar mi rutina naturista de agüitas de lo que sea para calmarme por motivos que el doctor llamó de "salud mental". Fui amordazada y atada a una receta médica de fluoxetina y alprazolam, y detesto siquiera la idea. Señor doctor, sus dopes no sanarán mi mente, sólo la aturdirán o acelerarán. Mi mente se sanará de una manera en la que usted ni sus recetitas podrían hacerlo, por ende, las pastillas entregadas quedaron bien perdidas e ignoradas. No me importan sus diagnósticos mamones en los que resuena el pánico, la agorafobia, la depresión ni la ansiedad. ¿Sabe qué hice con su interconsulta? un avioncito de papel. ¿Le agrada la seriedad con la que me tomé la idea?

De todas maneras, tengo miedo. No quiero volver a ser eso que fui, no quiero volver a quedarme dormida sintiendo los quimicos en mi cuerpo, ni sentir a medias el frio de la cerámica del baño en mi rostro mientras todas las luces en mi mente se apagan. No quiero, no puedo, tengo mucho que perder. Esta es una carta de auxilio para no sé quién, me leo y me doy pena otra vez. Tengo que dejar constancia de que si llego a ser (o a hacer) algo no fue mi intención. Yo soy feliz, lo crean o no. Soy feliz, es sólo que a veces soy un poco debil...