viernes, 6 de agosto de 2010

barco de papel.


Un barquito de papel lo hace cualquiera

Subirse a él y zarpar, es otra cosa.
Tomarlo un día de lluvia,
bajar por los rápidos de las alcantarillas,
escurrirse entre montículos de piedra,
esquivar los icebergs de vidrios rotos,
detenerme en el muelle de tu casa, anunciarme con la sirena

y mirarte con los ojos más redondos que planetas,
con la boca más abierta que una puerta,
con un cariño que crece más rápido que yo,
que avanza con viento a favor o viento en contra,
que navega hacia tí en la borrasca,
que se moja hasta empaparse.

Sí, un barquito de papel que se moja y lentamente se desdobla…
Hoja en blanco… tinta de agua… gotas que hablan:

¡Léeme! ¡Invéntame otra vez!